martes, 24 de mayo de 2011

Un paseo por la pradera I : la vitalidad del prado.

Coslada, 24/05/2011




Finales de Mayo, el sol anhelante de aires veraniegos sacude la pradera que aun rezuma ese toque primaveral que aun se resiste a abandonarnos.




Praderas sobre suelo arcilloso. En primera línea : Salvia aethiopis.


Nos animamos esta mañana a dar un paseo por una pradera, en un pastizal de cierta madurez. La temperatura estimula la actividad en los insectos y éstos saltan, vuelan y corretean en todas direcciones. Los saltamontes brincan a cada paso que uno da, apoyados en los tallos herbáceos.


En el aire, decenas de vencejos surcan los vientos atrapando cuanto insecto pueden.


Los pastos como éste del Norte de Coslada,  exacerban vida en esta época del año. Las plantas y los insectos se sincronizan de modo que a la vez están ocurriendo muchas historias auténticas diferentes.


Dirijo la mirada hacia una Cañaheja (Thapsia villosa), que se ha convertido en un banquete improvisado de coleópteros (con Heliotaurus ruficollis en el plano central)  :




Muchas plantas aun aguantan la floración, otras acaban de empezar, entre ellas encontramos a la Candilera (Phlomis lychnitis), conocida por el uso que se le daba antaño para encender las lámparas :




Los pompones de las Barbas cabrunas (Tragopogon sp.) se mezclan con los glomérulos florales de los Astrágalos (Astragalus alopecuroides) :





En los pastizales, al ser medios abiertos, la estrategia de dejarse llevar por el viento es algo que funciona. De ello se han dado cuenta los vegetales: algunos crean frutos aerodinámicos y con mecanismos de agarre a cualquier ser incauto que por allí pase. De este modo garantizan su dispersión a grandes distancias. Véase el típico "molinillo", común en los Dientes de león y Barbas Cabrunas :


A finales de Mayo ya pueden verse abiertas las Barbajas o Zaragallos (Scorzonera angustifolia) :


Estas plantas, que durante milenios han quitado el hambre a la gente, ahora parecen quedar relegadas al olvido, suplantadas  y amenazadas por una agricultura industrial mucho menos diversa en especies y mucho más agresiva con el entorno, sobre todo por el abuso de productos químicos. La conservación de estos pastizales naturales es crucial porque estos pastos además de muchas cosas, son nuestra cultura y nuestra historia. La hermosura de una inflorescencia como esta de la Barbaja es pura armonía matemática :


Y digo lo de inflorescencia porque en realidad no se trata de una flor, sino de muchas flores juntas. Pueden verse multitud de estigmas bífidos saliendo entre las lígulas (lo que llamamos comúnmente pétalos). Podemos ver cómo las lígulas abandonan el centro de modo radial y alterno. Las de dentro asoman entre medias de las de longitud inmediata y así sucesivamente. Podemos ver muy bien cada flor individual, si miramos al centro, las cuales consisten en un pétalo rodeando el sistema reproductor.

Conocidas por nuestros abuelos son muchas de estas plantas, como la Chupamieles, con sus néctares tan agradables :


, o la Viborera, cuyo nombre se debe a que se pensaba que curaba el veneno de las víboras :


La biodiversidad en este espacio abierto al Sol es enorme. Unas de las protagonistas son las gramíneas, que ponen un fondo más o menos homogéneo a las salpicaduras coloridas de otras especies. Sumerjámonos en el mar de una de ellas : el Trigo montesino (Aegilops sp.) , que si no la reconocemos así, nos acompañará en el verano pinchándonos los calcetines :


Entre tanta gramínea, los hongos también hacen su aparición, entre ellos el popular Cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea), que ataca a las gramíneas y a nosotros nos pone perdido el pantalón con su polvo de esporas oscuras :


Gramínea infectada por el Cornezuelo

Durante la Edad Media eran frecuente las intoxicaciones con este hongo al mezclar el cereal sano con el enfermo. La harina resultante causaba el síndrome ergótico, que produce gangrenas en las extremidades.

La temperatura de Mayo, que a estas alturas del camino ya nos pide algún chaparrón, vuelve locos a los insectos. Cada uno a sus tareas : unos tomando el sol, como esta Cuculia del Gordolobo (Cucullia verbasci) :



 Como si me estuviera esperando, se mantiene inmóvil y tranquila ante mi presencia. Esta preciosa oruga se convertirá dentro de poco en una mariposa nocturna. De momento, debe seguir alimentándose de este Gordolobo (Verbascum sinuatum).

Otros, zarandean en el aire un vuelo algo pesado, como este imago de Hormiga León, que utiliza el tallo de las gramíneas para descansar un poco :


Los quehaceres de los artrópodos dan vidilla a la caminata, que me tiene reservado el mejor momento para el final. El desenfreno licénido, del que ya hablé en una entrada antigua me sorprende de nuevo. Lo que hace que la vida sea vida, la esencia pura de la reproducción, mantiene absortos a estas dos mariposas a las que no les importa que me acerque a ellas a retratarlas. Demasiado importante es este acto sexual en la corta vida de las mariposas que les trae al pairo ver un objetivo Canon acercarse a ellas. Me despido con estas dos bellas imágenes. En la última, consigo captar a uno de estos licénidos de frente....



5 comentarios:

  1. Maravilloso reportaje; escueta pero suficiente narración, y unas macros impresionantes. Las mariposas...¿pueden ser "aricia cramera"?
    Un verdadero placer visitar tu blog. Cordiales saludos

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  2. Una pena que los tractores arrasen estas praderas ya no en Junio, sino incluso en Abril.

    Disfrutemos de las que haya. Me ha encantado a mi también el reportaje.

    ¡Un saludo!

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  3. Hola Mingo. La verdad es que con los licénidos no me atrevo mucho a dar el nombre exacto, haría falta ver también la parte posterior de las alas para afinar un poco, pero a veces ni aun así.


    Inquilino, para mí son prácticas culturales inadecuadas que no hacen ningún bien a la enorme biodiversidad de estos lugares.

    Gracias por los comentarios.

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  4. ¡Es impresionante como trasmites la vitalidad y el esplendor de aquella pradera a finales de la primavera!

    Me ha encantado encontrarme de nuevo con la Scorzonera angustifolia, aunque esta vez en el mundo virtual. No obstante la foto de la inflorescencia es tan nítida, tan detallada que la gran belleza de esta asterácea se aprecia incluso mejor en la imagen que viéndola in situ.

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