sábado, 23 de abril de 2011

La Encina de Ambite


Ambite (C. de Madrid, 22/04/2011)

Estimulado por una vieja leyenda y aprovechando un Viernes Santo en el que Madrid se queda vacío, decido acercarme a Ambite, un pueblo enclavado en el extremo Este de la Comunidad de Madrid, con el propósito de contemplar su famosa Encina, la Encina de Ambite.

El camino hasta allí resulta plácido; desde el coche y acompañado por la música de La Musgaña dejo atrás la autovía y avanzo por una carretera sinuosa encajada entre cortados calizos a través de la Vega del Tajuña.

Llego finalmente a la villa de Ambite. Entre grandes cúmulos de algodón, el sol asoma de vez en cuando dando al entorno un poco de calor. Buen momento para dar un paseo por el pueblo.

Ambite, junto con otros pueblos de esta zona de Madrid, aun conserva su sabor original. Algo cada vez más raro de encontrar en una región muy transformada por el último boom urbanístico de especulación inmobiliaria y arquitectura de serie. Resulta agradable pensar que a poca distancia de la metrópoli, el mundo cambia de ese modo.

Los pueblos del Valle del Tajuña se construyeron sobre las pendientes del mismo,  a la vera de la Vega, la cual muy fértil y donde bien han prosperado las huertas y los frutales. El resultado son pueblos llenos de cuestas y de aspecto muy hermoso cuando uno los divisa desde un lugar con perspectiva :


Llevado por el instinto camino por una calle que remonta suavemente un vericueto. La Encina de Ambite vive junto al Palacio de los Marqueses de Legarda, que como todo lugar importante de un pueblo, tiene que estar en lugar alto.

El camino asciende y se suaviza un poco. Llego a una imponente alameda junto a una acequia y un herbazal fresco y lozano. De pronto, ya divisando un edificio histórico y una espectacular encina a su izquierda, el sol se oculta y una ola de viento se levanta agitando y haciendo sonar los álamos, sonido que tapa el incesante canto de un ruiseñor que me acompañaba. Esto no parece achantar al ave, que sigue entonando su variada gama de melodías mientras algunos grupos de jilgueros me hacen levantar la vista con su trino ocasional.

Comienzo a notar algo de frío, ya que dejé mi prenda de abrigo en el coche sin advertir el cambio de tiempo que ocurriría minutos más tarde. ¿O acaso será cosa de que este lugar guarda algo especial?, como todos aquellos sitios salpicados de historias y leyendas.

Mientras pienso en ello me encuentro ya de frente con el Palacio, levantado en 1623 por D. Alonso de Peralta y Cárdenas, marqués de Legarda y vizconde de Villahermosa de Ambite (nombre antiguo de este pueblo) :


El sonido del viento y un cada vez más tenue ruiseñor hacen de banda sonora de una estampa que rezuma nostalgia y soledad. Solo ante el Palacio y su encina me hallo, o mejor dicho, ante la Encina y su palacio, ya que ella lleva aquí mucho más tiempo.

Me quedo paseando despacio en esta pequeña era, observando cada rincón, tratando de imaginar la vida de aquella muchacha mora que según la leyenda vivió en una casa al abrigo de la encina en la época de la Reconquista (antes de que existiera este Palacio) .

De ello ya solo queda polvo y el testigo de la Encina, cuyo ramaje denota vivencias acumuladas durante cientos de años :


Con mi mirada puesta en el majestuoso árbol, Catalogado como Singular en la Comunidad de Madrid, decido hacerle alguna foto más :


Singular sin duda es, y más sabiendo que lo que vemos en la foto realmente es una de las tres ramas que formaban la encina original. El tronco está bajo tierra. Afortunadamente se consiguió salvar esta rama. 

La mora que lloraba todas las tardes bajo la encina la ausencia de su amado vio el árbol completo. Hoy nos queda aun esta parte, cuya edad puede llegar a los mil años, recordando aquel riego de lágrimas que aquella chica le daba a sus raíces. Una historia triste la de aquella mujer, que esperaba una tarde tras otra a alguien que jamás llegaría. Sin embargo, a pesar de que la leyenda viene a decir que tal tristeza se impregnó en la encina, yo prefiero ver a ésta como lo que realmente es, un árbol humilde, fuerte y singular, que sigue dando bellotas, y  un orgullo para los habitantes de Ambite y los que venimos a verlo.

Ningún árbol puede estar triste si desde su copa puede ver este paisaje :

  
Después de un rato absorto ante tal visión de la Vega, regreso sobre mis pasos, y descubro que el Palacio en realidad se encuentra habitado por los actuales propietarios y su servicio. Tengo el placer de conversar con un señor que me cuenta alguna anécdota de la encina y de sus intentos por darle mayor lustre abonando el suelo con estiércol animal. Finalmente me recomienda un lugar donde comer un buen bocata.

Me dirijo allí contento por haber podido mirar a una de las más hermosas y ancianas encinas que uno puede contemplar y con ganas de que me hubiera contado cosas sobre aquella hermosa mora que pasó sus días junto a ella, al abrigo de su sombra.

lunes, 18 de abril de 2011

La Reseda

Cerros del Butarrón (Ciempozuelos, Chinchón; C. de Madrid), 16/04/2011


A pesar de haber caminado unas cuantas veces por los yesares madrileños, nunca había coincidido con las Resedas en flor. Este fin de semana, por fin, he podido añadir a mi herbario digital fotos de una de las especies más interesantes de la flora madrileña. Hablamos de Reseda suffruticosa, una planta herbácea bienal (completa su ciclo en dos años) o perenne que puede alcanzar alturas de 2 metros :




Le gusta crecer en escarpes de yeso, donde apenas hay suelo y la roca madre aflora a superficie.


Podemos hablar de un endemismo de los yesares del Centro Peninsular ( Sur y Sureste de Madrid, Norte de Toledo), ya que su presencia en la Hoya de Baza (Granada) es muy rara y ocasional (Fuente : Flora Ibérica). En la Comunidad de Madrid, tenemos la suerte de que es frecuente en los cerros de yeso.


Lamentablemente, esta especie no figura en el Catálogo de Especies Protegidas de la Región. Espero que la situación cambie en el futuro.


De momento, deleitémonos observando sus flores abiertas y sus espigas sinuosas :


jueves, 14 de abril de 2011

Fuego de gramíneas

Cerca del Negralejo (Madrid, 14/04/2011)


Como una lengua de fuego plácida y suave se diluyen los últimos rayos de sol de esta tarde de Abril entre las gramíneas. Al mismo tiempo, el viento mece sus glumas provocando una visión de tonos cambiantes cada segundo. La cámara, capta uno de esos instantes de la naturaleza en movimiento incesante :




Las Atochas, repletas de flores,  asemejan salpicaduras de fuego en las laderas escarpadas yesosas de algún lugar de Madrid :



Testigo de lo que antaño fue un aprovechamiento sostenible, el Esparto parece reivindicar con energía y con la mejor luz de Abril lo que fue. Sobrevive aquí esta planta noble queriendo recuperar su lugar mirando siempre hacia el Sur en el momento de su plenitud.

lunes, 11 de abril de 2011

Sierra Morena de mis amores

Andújar (Jaén), 02/04/2011


Amanece en el monte Mediterráneo...




Uno de los más hermosos amaneceres que pueden contemplarse en nuestra geografía. Desde la penumbra, los cantos de los mirlos, chochines, herrerillos, carboneros, pinzones, colirrojos tizones y los ajeos de la perdiz roja, entonan su particular melodía mientras el sol naciente baña poco a poco de luz las laderas de estos cerros cubiertos de matorral.


Es el mes de Abril, comienzo de la primavera, y nos trasladamos a una de las mejores representaciones del ecosistema mediterráneo de la Península Ibérica : las Sierras de Andújar, en Jaen, nos hacen olvidar que al otro lado existe un auténtico mar de olivares. Una vasta extensión de terreno silvestre aparece ante nosotros y como dice un Documental : "Sierra Morena es aquel lugar donde se esconden aquellos que no quieren ser encontrados".


Hablamos de un lugar especial, donde campean con soltura las especies más emblemáticas : linces, águilas imperiales, buitres negros y el lobo. No faltan jabalíes, ciervos, gamos y muflones, favorecidos por las grandes fincas de caza mayor. Tejones, nutrias, zorros y otros mamíferos conforman un cortejo faunístico la mar de interesante.


Una de las claves de este éxito es el tipo de paisaje amosaicado que encontramos aquí : roquedos y zonas de espesura alternadas con áreas más abiertas en las que el Lentisco (Pistacia lentiscus), un arbusto pariente del Pistacho y muy abundante en estas sierras, desempeña un papel importante para las poblaciones de conejo de monte. Elemento esencial en la cadena trófica del ecosistema.




Paisaje amosaicado en el que zonas más abiertas (al fondo) se alternan con rodales de matorral más espeso (en primer plano).


Lentisco, con la floración algo pasada. Su porte achaparrado voluminoso, con una base ancha y hojas suaves, da buen cobijo a los conejos y escondite a los linces al acecho.

La vegetación mediterránea andaluza está a principios de Abril en su apogeo. El cortejo florístico del encinar se dota de una gran riqueza de especies de matorral, que acompañan a la encina, la gran protagonista :


Encina (a la derecha), en flor. A la izquierda, varios pies de Acebuche (Olivo silvestre). En la base de la encina aparece un Lentisco, algo muy frecuente.

La Encina (Quercus ilex subsp. ballota), el árbol más representativo español y un auténtico emblema, exhibe sus flores colgantes masculinas y los brotes del año (más claritos) :


Las encinas tienen dos tipos de flores : las masculinas (foto), que son colgantes, son las que producen el polen. Las femeninas están separadas, son más discretas, y producen las bellotas. Es curioso que hay encinas con una floración masculina exuberante que dan muy poca bellota. Y otras, que dan pocas flores colgantes pero producen bastantes frutos. En este caso, la de la foto es netamente masculina.

Con tanto brote tierno, no es raro encontrar en las encinas a un gran devorador de hojas : la "Lagarta Verde" (Tortrix viridana) de la encina, un lepidóptero (mariposas) en estado de larva u oruga :



Daños foliares provocados por Tortrix viridana, arriba a la izquierda, la oruga recorriendo una hoja.
En algunas circunstancias estas orugas pueden convertirse en una plaga bastante fastidiosa para la cosecha de bellotas. Menos mal que los herrerillos (Parus caeruleus) dan buena cuenta de ellas y contribuyen a regular la población.

  
Con el fin de que los lectores conozcan un poco mejor las especies características del bosque mediterráneo, echaremos un vistazo a algunas de ellas. Empecemos por las jaras. Éstas son especies heliófilas (les gusta vivir a plena luz del Sol) que tapizan bien algunos rodales. Encontramos a la jara pringosa (Cistus ladanifer), con su aroma a ládano (la resina pegajosa de sus hojas) :




Especie muy frecuente en cualquier lugar con clima mediterráneo y suelos arenosos silíceos (procedentes de la erosión del granito y otras rocas con sílice).


La jara blanca (Cistus albidus) nos muestra unas espectaculares flores rosas muy cotizadas por las abejas, que cargan a su costa sus bolsas de polen :







Otra jara, algo más pequeña pero con sus hojas arrugadas, enseña unas flores más pequeñas y blancas. Se trata del Jaguarzo morisco (Cistus salviifolius) :




Descendiendo un poco de tamaño, nos aproximamos al suelo y descubrimos jarillas herbáceas (género Helianthemum), en este caso Helianthemum ledifolium :



Las plantas aromáticas son buenos representantes del matorral mediterráneo. La mayoría pertenecen a la familia de las labiadas, que se caracterizan por sus flores que forman lo que parecen dos labios. El Romero, un auténtico compendio de virtudes (medicinal, melífera, ornamental, aromática), exhibe su prolongada floración que ya acontece desde el invierno. En la foto se observa un fruto abierto con tres semillas :


De la misma familia, es la Olivilla blanca (Teucrium fruticans), algo menos aromática pero con una bella flor con el labio inferior en forma de lengua con tres lóbulos (el central más grande que los otros dos) :


Con el mismo nombre común o parecido tenemos a la Olivilla o Labiérnago (Phyllirea angustifolia). No confundir con la anterior porque aunque el nombre es parecido en realidad son plantas muy diferentes. Esta última sí está emparentada con el Olivo, la anterior no. Al Labiérnago lo encontramos también en su apogeo sexual :


La gran variabilidad de situaciones que se dan en el mosaico mediterráneo (solana/umbría, cercanía o no a cursos de agua, suelo más o menos profundo, etc) provoca que localmente se creen condiciones ambientales diferentes. En las zonas algo más frescas (umbrías, vaguadas, etc) encontramos en flor a dos plantas de gran belleza : un peral silvestre autóctono, el Piruétano (Pyrus bourgaeana), que no deja de ser un árbol frutal salvaje :




Las hojas del Piruétano se caracterizan por sus largos peciolos (rabillo de la hoja que la une al tallo)

El Durillo (Viburnum tinus), una planta que a todos os sonará haber visto en los parques y jardines de las ciudades y pueblos  aparece aquí lozano y exuberante. Provoca gran satisfacción poder ver una planta tan usada ornamentalmente en estado silvestre. Observamos que sin la poda de formación a la que se le somete normalmente, el porte natural del Durillo es bastante diferente al que vemos en los parques :




Uno de los muchos aspectos interesantes de la vegetación mediterránea es el papel que juegan las plantas nodriza. Se trata de plantas que sirven de abrigo a otras especies, ayudándolas a desarrollarse en las primeras fases de su vida. En este caso , la cooperación resulta más ventajosa que la competición y unas especies ayudan a otras. Un ejemplo muy típico es el del Lentisco con la Encina :


El Lentisco, que estaba primero, ayuda a la encina recién nacida a crecer, dándole sombra, frescor y abrigándola de los duros veranos mediterráneos. Justo lo que necesita nuestra bellotera en las primeras fases de su vida. Cuando la Encina crece y sobresale por encima del Lentisco, sus requerimientos de luz son mayores y su sistema radical es ya suficientemente grande. A partir de aquí, la encina saca ventaja competitiva sobre el Lentisco, y éste no se desarrolla con total plenitud.


Otro ejemplo lo hemos visto con la Olivilla blanca, que aprovecha el seno de Labiérnagos y Lentiscos para crecer abrigada :



El Lentisco vuelve a actuar aquí como nodriza de la Olivilla blanca. ejemplos así también lo hemos visto con Brezos y Encinas, y con otras muchas plantas mediterráneas. Los fenómenos de cooperación y de planta nodriza juegan un papel muy importante en la evolución del bosque mediterráneo.


Espero que este enfoque sea considerado a la hora de plantear presentes y futuras repoblaciones, que deberían ser hechas con criterios de cooperación y diversidad específica. Al contrario que las clásicas plantaciones de una sola especie (casi siempre el pino) acompañadas de desbroces de matorral, que producen un cortocircuito en el ecosistema al eliminar especies que juegan un importante papel en el mismo.


Me despido con esta bella imagen del colorido del monte andaluz de Sierra Morena (aconsejo que la pincheis) :