lunes, 1 de noviembre de 2010

La arena se mueve

Mazagón (Huelva), 23/04/2010


Nos quitamos las botas dispuestos a caminar descalzos por la arena. Una arena que nos lleva hacia la inmensidad del oceano atlántico. Aquí, afortunadamente, la costa ha permanecido a salvo del ladrillo. Una de las mayores insensateces cometidas en nuestro país, y que ha supuesto la destrucción de una buena parte de nuestro litoral costero, cuyos valores naturales y culturales son importantísimos.


Poder caminar por una playa salvaje es un auténtico lujo hoy día y la llegada al mar se convierte en una experiencia muy gratificante, sobre todo si termina en un buen baño.






Nos encontramos en Mazagón, Huelva, junto a Doñana. Aquí el paisaje está moldeado por las dunas. Grandes masas de arena en constante movimiento y cambio. Esta situación particular condiciona la vegetación silvestre que aquí aparece. Sobre todo por tres motivos : salinidad, sequía edáfica y sustrato inestable.


La salinidad la provoca el viento que procede del mar cargado del vapor salino del agua del mar. Este vapor salino se infiltra en las plantas a través de sus hojas y resulta tóxico para la mayoría de las especies. Las sales no son toleradas por la mayoría de las plantas. Tan sólo por unas pocas especialistas, llamadas plantas halófilas.


La sequía edáfica se debe a que el agua del suelo es difícilmente asimilable por las plantas. Al ser una gran masa de arena, el agua permanece muy poco tiempo en el suelo ya que se infiltra con rapidez.


El sustrato inestable obedece a la propia inestabilidad de las dunas, sobre todo cerca de las crestas. Las dunas están en constante movimiento debido a la erosión eólica, que va levantando los granos de arena de un sitio y los deposita en otro. Así la duna va creándose en unos lugares y desapareciendo en otros. En estas condiciones la planta no dispone de mucho tiempo ya que puede ser sepultada por la arena o bien quedar sus raíces al aire y caer al suelo. La vegetación también puede retener el avance dunar y estabilizar y ralentizar su movimiento, ya que las raíces sujetan un poco este deleznable sustrato. De hecho, en esta zona y en otras parecidas se han realizado repoblaciones de pino piñonero con este fin. La  propia evolución natural de la vegetación y las comunidades de matorral también contribuyen a estabilizar las dunas.


Con estas condiciones, en este ecosistema nos vamos a encontrar con una flora muy particular y especializada.  Los árboles que conviven aquí son el Pino piñonero (Pinus pinea, el pino mejor adaptado a suelos arenosos) , junto al Enebro marino (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa) y la Sabina negral (Juniperus phoenicea subsp. turbinata). Estos dos últimos son verdaderos señores de este tipo de hábitats. El pino muestra mayor querencia hacia las zonas más estables y llanas del arenal.




Sabina negral (Juniperus phoenicea subsp. turbinata)

El matorral acompañante está protagonizado por otras especies no menos interesantes : la Camarina, con sus llamativos frutos blancos y sus hojas finas y recias; el Jaguarzo blanco, con sus inconfundibles flores amarillas maculadas; y la jara semejante al romero Cistus libanotis .



Camarina (Corema album), una especie interesante que habita en los arenales ibéricos del litoral atlántico



Halimium halimifolium, jara característica de los arenales costeros onubenses.Se caracteriza por sus hojas glaucas y la flor amarilla con máculas en los pétalos.


Romerina (Cistus libanotis)


En el estrato más herbáceo y sufruticoso (plantas herbáceas con base leñosa) reparamos en dos especies. Una jarita pequeña : Tuberaria guttata , y una centaurea hermosísima en flor : Centaurea sonchifolia. Ambas también son típicas de suelos arenosos costeros.




Tuberaria guttata


Centaurea sonchifolia

Con este elenco de especies tenemos ya una pequeñita lista de la flora representativa de los arenales costeros del Sur peninsular.