lunes, 23 de mayo de 2011

Asoman brotes de cambio

El sistema político y económico actual parece empeñado en eliminar lo auténtico de este planeta. Hasta ahora ninguna ideología política dominante ha contado con la naturaleza y la biodiversidad como algo tan importante como la propia organización social humana.


No debemos olvidar que la existencia en este mundo del ser humano, por muy eficaz que sea nuestra tecnología, depende de otros miles de millones de seres vivos no humanos que comparten el planeta con nosotros. Sin ellos no somos nada, al igual que los políticos no son nada sin nosotros. Debemos aprovechar ese poder para luchar y cambiar las cosas y debemos de ser capaces de integrar y empezar a sentirnos parte de la naturaleza, y no como algo separado de ella. Acercarnos a lo auténtico es acercarnos a nosotros mismos. Destruirlo es destruirnos también. 


En el punto en el que nos encontramos ahora, ese punto de progreso está aun lejos de alcanzar pero parece que asoman brotes que nos pueden llevar en esa dirección. Solamente cuando el ser humano considere al resto de la vida como parte importante y no inferior a sí mismo, podrá construir una verdadera sociedad equitativa. Nos resistimos a aprender de la naturaleza y depositamos una fe ciega en la tecnología, y al final llegamos a situaciones imprevistas y difíciles de solucionar. Porque ya hemos comprobado que no somos dioses, y que somos más torpes de lo que pensamos : el invento de los CFC's, los transgénicos, los pesticidas, el dinero, la fisión nuclear,  por poner unos ejemplos sencillos,  nos están dejando muchas secuelas negativas y no están aportando nada bueno a la sociedad planetaria (incluyendo a seres humanos y seres no humanos). A lo mejor nuestro papel aquí debería ser garantizar el equilibrio de la sociedad planetaria y no destruirlo. Pero los poderes dominantes se empeñan en ello mientras un amplio número de seres humanos adormecidos les apoya o mira para otro sitio.


Me alegro de que aun quede gente que esté viva, y que sepa mirar a lo auténtico. Quizá es posible que los dormidos despierten algún día. Probablemente sea cuestión de tiempo. 


El verdadero progreso no radica en construir viviendas e infraestructuras. Un ejemplo de verdadero progreso es la percepción de que esta democracia es una farsa y un truco de magia muy bien hilado para mantener a la gente sedada, y poder culminar unas propuestas de cambio. Y es que ya se percibe, algunos desde hace ya mucho tiempo, que esto no va bien y que hay que cambiar las cosas. Comencemos progresando con pequeños pasos y sigamos luchando por recuperar lo auténtico.

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