domingo, 19 de septiembre de 2010

Cerro Negro

Entrevías (Madrid), 16/09/2010


El encuentro de hoy nos lleva a un lugar que ya no existe. Un lugar olvidado, una vieja gloria de la botánica, ya que de él datan muchas citas que aparecen en los Anales del Real Jardín Botánico. Fue un sitio importante y de referencia para la botánica en la Península Ibérica. De hecho, botánicos como Boissier, Reuter, Loefling y otros tantos lo exploraron en busca de especies durante los siglos XVIII y XIX para engrosar sus copiosos herbarios.


Así que, como un arqueólogo aventurero dispuesto a encontrar los restos de una ciudad enterrada, me dirijo nada menos que a Entrevías (en pleno corazón madrileño), para ver si queda algún vestigio de lo que fue aquel lugar. El enclave responde a nombre de Cerro Negro, y ya no aparece en ningún mapa. Sin embargo, existe una forma de encontrarlo, y es usando el mapa geológico. Se sabe que el suelo de Cerro Negro son "arcillas verdes y marrones, con zonas de yesos tableados y nodulares entre arcillas grises y marrones", así lo llaman los geólogos. Es un suelo con dos características importantes : la textura arcillosa y la presencia de yesos. Esto lo hace bastante especial y provoca la aparición de una vegetación muy peculiar, que sólo podemos encontrar en estos escasos sustratos. Estos suelos se originaron hace más de 5 millones de años, en la época miocénica. En aquella época esta zona del mapa estaba cubierta de pantanos y lagunas que comenzaron a secarse. La evaporación dio origen a la precipitación de sedimentos de yesos y calizas en toda la zona Sureste de Madrid. Pues bien, las arcillas que nos ocupan hoy corresponden a los bordes (aguas someras) de aquellos lagos y pantanos.


Según el Mapa Geológico de España 1:50000 Hoja 559 MADRID, Cerro Negro debía encontrarse en los alrededores de lo que hoy es Mercamadrid y el Parque de Entrevías. Así que allí me dirijo, al Parque de Entrevías. Al llegar allí, descubro nostálgico e imagino lo que debió ser aquel lugar, hoy convertido en una escombrera y un lugar de perdición, rodeado de infraestructuras y asfalto por todas partes : 







A pesar del aspecto tan poco atractivo del lugar, decido embarrarme, jugarme el tipo y bajar colina abajo para ver si encuentro algún elemento vegetal curioso que me delate estar en Cerro Negro.


Afortunadamente, tras unos minutos allí descubro dos cosas que me llenan de ilusión, de haber encontrado el tesoro :





La foto de arriba muestra arcillas de tono gris, que era lo que aparecía en el mapa geológico, y la de abajo una especie vegetal totalmente delatora, el cardo de flor amarillenta Serratula flavescens , ahora ya seco. Esta rarísima especie vegetal es una especialista de este tipo de suelos, y por supuesto , citada en los inventarios antiguos que se hacían en este lugar. Véase la página web del Proyecto Anthos : http://www.anthos.es/v22/index.php?page=genero&set_locale=es 


Así que contento por haber visto este recluido pero muy válido testimonio, que se mantiene firme ante la acometida voraz del asfalto y el hormigón, regreso a casa con el fin de que quien lea ésto sepa que hubo un lugar que aquí existió y que se llamó Cerro Negro.


Para saber más sobre este tipo de enclaves y su flora, consultar el siguiente enlace : http://javiergrijalbo.blogspot.com/search?updated-max=2010-06-08T22:08:00%2B02:00&max-results=7

lunes, 13 de septiembre de 2010

La mirada de la curruca

Navas del Rey (Madrid), 12 de Septiembre de 2010

Una mirada...


Expresiva sin duda se muestra esta curruca zarcera (Sylvia communis) a primera hora de la mañana, con la luz de costado y mostrando un semblante firme y algo altanero. 

En realidad, era para ello, porque estaba siendo examinada al detalle. La pobre, o afortunada, según se mire, había caído en la red preparada por los ornitólogos que realizaban una sesión de anillamiento científico. A esta señora curruca le habían determinado su sexo, edad y tomado medidas de las alas, de los tarsos, del peso, de su porcentaje de grasa y musculatura, con el fin de deducir si el ejemplar va a partir en breve hacia tierras lejanas en su viaje migratorio. Con estos datos podemos obtener información muy valiosa no sólo del individuo sino también de la especie, como datos morfológicos y los hábitos de la especie.

Tras las medidas el pájaro queda libre (es curioso que mientras escribo esta última frase comienza a sonar Txoria txori, de Mikel Laboa).

En esta jornada he podido contemplar de cerca por primera vez al Pechiazul (Luscinia svecica), un pariente muy cercano del Ruiseñor (Luscinia megarhynchos). Parece que la naturaleza cuando tuvo que repartir las virtudes, al ruiseñor le dio toda su ración en forma de don para el canto. Y en el Pechiazul la virtud se manifestó como hermosura. Así lo que faltaba en uno lo suplía el otro. 

El Pechiazul también fue anillado y causó una gran euforia entre los presentes. Aquí le tenemos posando justo antes de ser puesto en libertad, ante el objetivo. Muy coqueto él : 


Tras la sesión fotográfica se siguió trabajando, se tomó un buen almuerzo y tuve el placer de poder soltar a esta Tarabilla común (Saxicola torquata) que os presento : 



jueves, 9 de septiembre de 2010

Qué tendrá la zarzamora

Uno de los atractivos del campo en el mes de Septiembre son las sabrosas moras de zarza. Las hay para todos los gustos : las rojas ácidas y las negras más dulzonas. Es difícil resistirse a comer unas cuantas al verlas con ese lustre :


Navas del Rey (Madrid), 5 de Septiembre de 2010


Algunos mamíferos y muchos pájaros también dan buen acopio de ellas y ahora la verdad es que a las especies que están de paso migratorio y tienen que llenar su despensa para aguantar el viaje, les viene muy bien. Dentro de poco no habrá muchas sobre las zarzas. Sus semillas estarán ya por el suelo, invisibles, revueltas entre el guano, y la tierra. Éstas darán lugar en el futuro a nuevas zarzas.


La mora de zarza es el fruto de la zarzamora (Rubus ulmifolius). Esta es una especie vegetal perteneciente a la familia de las rosáceas, la misma familia a la que pertenece el almendro, el cerezo,  el serbal de los cazadores o el escaramujo. También existen las moras de morera o moral (Morus sp.), pero a pesar del parecido con las moras de zarza, la formación del fruto ha ocurrido de manera muy diferente al que hoy nos ocupa. De hecho, la morera (Morus alba o Morus nigra), pertenece a otra familia (Moráceas), y está más emparentada con la higuera que con la zarza.


Las flores de la zarza son muy llamativas, como todas las rosáceas, repletas de estambres, de polen y néctar. Para el deleite de muchos insectos y amantes de la naturaleza.


Sierra de Cazorla (Jaén) 24 de Junio de 2010


 Las moras son frutos compuestos o agregados, es decir, cada bolita (ver primera foto) carnosa de la mora es un pequeño fruto, que presenta una pepita pequeña que la notamos al comerlas. Esa pepita es un huesecillo pequeño que alberga dentro de él a la semilla. A cada una de estas bolitas la llamamos drupeola. La mora, globalmente, son muchas drupeolas agregadas, es una polidrupa. Así que una mora tiene muchas semillas, que notamos al masticarlas y hace que tengan ese tacto peculiar. Todos las drupeolas proceden de la misma flor.


¿Y cómo llegó esto a ser posible?, pues de nuevo gracias a nuestros amigos los insectos, que no paran de retozarse en el mar de estambres :


Montejo de la Sierra (Madrid) 28 de Agosto de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

El paso del tiempo

Desempolvando algunas fotos que ya casi había olvidado me he encontrado con ésta. He querido compartirla con los lectores :




Cercanías de Aranjuez (Madrid), 17 de Enero de 2009

Una imagen curiosa, que muestra el paso del tiempo a través de un pastor de cabras y una señal de tráfico con el límite de velocidad de 80 Km/h.
Una actividad, la del pastoreo, ya cada vez más escasa y que parece no tener relevo generacional. El pastor además era polaco.
El señor y sus cabras pasean con tranquilidad ajenos a este límite de velocidad que parece no ir con ellos. Un límite que nos avisa de la rapidez con la se mueve nuestra sociedad, en contraposición al sosiego de una actividad que aunque no ha conocido el ocio ni las vacaciones, ha podido acercarse más a la tierra y sincronizarse mejor con el ritmo templado de los ciclos naturales.
De momento parece que poco o nada se está haciendo para evitar que en esta foto desaparezca el señor con sus cabras y sí mucho para que en el cartel redondo se sustituya el 80 por un 120. Un error que no dentro de mucho lamentaremos.