miércoles, 30 de junio de 2010

Ardeidas

Peralvillo (Ciudad Real) 27/06/2010


Las Ardeidas son una familia de aves que incluye a las garzas y especies similares.

Son aves que viven en zonas húmedas : ríos, embalses, lagos, etc.

En Peralvillo se congregan cientos de garzas y podemos verlas anidar en garceras, zonas de densa vegetación riparia donde los adultos sacan adelante a la pollada.
Las garzas se alimentan de los peces y cangrejos que produce la laguna acercándose al agua estáticas y manteniendo una postura de ataque para coger un pez desprevenido :


Garza imperial (Ardea purpurea) en postura de caza

Durante la visita tuvimos el lujo de poder observar de cerca varias especies de ardeidas y también escuchar sus graznidos y ladridos. Y es que cuando pensemos que sólo el perro ladra y el cuervo grazna, no debemos olvidar a las garzas. A continuación un desfile de fotos de estas bellas e importantes aves para los ecosistemas de nuestras zonas húmedas :

Presentemos en primer lugar a la más frecuente: la Garcilla bueyera (Bubulcus ibis), caracterizada por su plumaje blanco, pico amarillo (en el adulto) y patas oscuras. Es la más gregaria de todas :




Entre ellas se puede colar la Garceta (Egretta garzetta), muy parecida a la Garcilla bueyera, salvo que la Garceta tiene el pico oscuro y los dedos de las patas amarillos (este detalle es el más importante para distinguirla) :



El simpático Martinete (
Nycticorax nycticorax) es algo más rechoncho. Pudimos ver cómo construía el nido junto a su pareja entre unos Tarays. Uno de los miembros de la pareja salía en busca de ramillas de Taray, las cogía con el pico y las llevaba al nido, donde el otro cónyuge esperaba pacientemente. Éste recibía la ofrenda y colocaba el material de construcción en el lugar adecuado. Proceso que se repetía una y otra vez y que nos mostraba la constancia en el trabajo de estas aves y la delicadeza con la que lo hacían. He aquí una de las imágenes que tomamos del Martinete en el momento de su búsqueda de material para el nido :


La Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) es una auténtica joya, una especie en Peligro que sufre muy especialmente la pérdida y deterioro de su hábitat: los humedales como el que visitamos. Existen buenas colonias en el Delta del Ebro, las Marismas del Guadalquivir, y aquí, en Peralvillo. Aquí va una foto de esta escasa ave :


Esta garcilla, de tamaño similar a la bueyera, se distingue por su coloración parda en el pecho y dorso, en contraste con sus alas blancas y por poseer un pico prominente.

Por último, una de las garzas más grandes, la Garza imperial (Ardea purpurea), que nos recuerda un poco a los Pterodáctilos y Pteranodones prehistóricos. Un ave imponente, una señora fina y elegante, sigilosa, que se mantiene estática en su estrecha pose. Aquí la vemos en pleno vuelo :


En vuelo, se puede confundir con la garza real. Pero un vistazo al cuello -más castaño en la imperial y gris claro en la garza real- y al plumaje, -también más oscuro en la imperial y con muchas más listas negras en el pecho y cuello- las distingue fácilmente después de un poco de práctica.

En la visita también vimos un Avetorillo, una Garceta Grande y unas cuantas Garzas reales, de las cuales no puedo aportar fotos dada la lejanía a la que se encontraban. Hubiera estado bien para completar la colección de ardeidas. No obstante, espero que los lectores puedan mirando estas fotos ser capaces de identificar estas maravillosas aves.

Durante la visita, fuimos testigos de un hecho que nos inquietó un poco. Muchísima gente se dedica a pescar peces y cangrejos en el embalse y no parece existir ningún control ni limitación. Además, algunos de ellos dejaban allí bastante suciedad (restos de anzuelos, latas de refresco, bolsas de plástico...). Parece que esta zona húmeda produce mucho alimento que mucha gente de la zona aprovecha para proveer sus cestas y redes.

Hay que tener en cuenta que un abuso o un número muy alto de capturas mantenidas en el tiempo podrían comprometer a las colonias de garzas que crían aquí. Hemos de pensar que el alimento que produce la laguna es en primer lugar para ellas, que son las que crían y necesitan realmente los peces y los cangrejos para sobrevivir. El homínido depredador (pudimos observar a un buen ejemplar que no presentaba ningún síntoma de desnutrición sacar varias cestas y redes provistas de cangrejos) debe de aprender a compartir los recursos que la naturaleza le está dando con el resto de seres vivos y no comportarse como un idiota egoísta. Para ello es necesaria una gestión correcta y estricta de los recursos naturales para saber donde está el necesario límite. Digo lo de idiota, porque si no pensamos en ello y actuamos sólo en base al egoísmo, al final no habrá ni garzas ni pescadores, porque habremos esquilmado la ofrenda que la madre naturaleza nos hace.




sábado, 26 de junio de 2010

Entre abedules

Somosierra (Madrid), 19/06/2010


Con el recuerdo y el tarareo mental de una muñeira asturiana, un reel irlandés o un plinn bretón, me sumerjo en un pequeño rincón de la Sierra de Madrid a pasar la mañana para sentirme celta por un rato.

El abedular de Somosierra es junto con el Hayedo de Montejo uno de los lugares en los que podemos viajar a la Cordillera Cantábrica sin salir de Madrid. Y es que aquí se congrega una masa de abedules que quita el hipo, acompañada de una avellaneda que nada tiene que envidiar a las de cualquier soto asturiano.

La mañana es tranquila y fresca. Acompañado del trino de currucas, chochines y petirrojos, avanzo bajo los avellanos. Las sombras y el húmico suelo húmedo envuelven mis pasos :


Comienzo a ver los primeros abedules, que me saludan con sus troncos blancos característicos :

Abedules (Betula alba)

El susurro de un curso de agua comienza a hacerse más fuerte y la humedad del soto lo invade todo. Llego a un plácido rincón que divide a un lado el dominio de los abedules y al otro el de los avellanos :




Todos estos árboles han sido árboles mágicos y sagrados para los celtas. Uno no puede evitar imaginar las notas de un arpa o un tin whistle colándose entre la umbrosa vegetación.
Los bosques de este tipo pertenecen a lo que los botánicos llaman región eurosiberiana, en la Península Ibérica representada en toda la cornisa cantábrica, Galicia y en algunos puntos concretos de las mesetas, y caracterizada por un bosque cuyo comportamiento es muy distinto al mediterráneo. Aquí hay más humedad, hace más fresco, llueve en verano y hay más sombras. Así que las especies vegetales que encontramos aquí son muy distintas a los tomillos, jaras, coscojas o encinas típicas mediterráneas. Las hojas son más grandes, más verdes, más suaves al tacto y los frutos de las plantas suelen ser más llamativos y carnosos, para que los animales puedan verlos mejor y comerlos. La falta de luz es un problema en las zonas próximas al suelo y algunas especies se las ingenian para aprovechar cualquier resquicio de luz o incluso para desarrollar su ciclo antes de que los árboles situados por encima tapicen con su follaje el suelo de sombras. Este es el caso de la Hepática, una planta habitual en estos lugares :


Hepatica nobilis

Se llama así porque antiguamente, en medicina popular, se usó contra afecciones del hígado y para curar heridas y llagas. Aun así, recomiendo que se tenga mucho cuidado y no se utilicen estas plantas si no se tiene un conocimiento adecuado sobre ellas. Por ejemplo, muchas de las especies de esta familia contienen alcaloides (sustancias químicas muy activas) muy peligrosos que pueden producir grandes trastornos e incluso la muerte a partir de dosis pequeñas. Un buen truco, que el que sale a menudo al campo conoce, para ver especies que pueden ser venenosas consiste en ir a un lugar donde exista ganado pastando y ver qué plantas no han sido comidas. Sobre todo son sospechosas plantas tiernas (apetecibles para una vaca) que conservan una buena altura y porte, mientras que la vegetación de alrededor ha sido recomida. Es un buen ejercicio de observación en el que comprobaremos que la mayoría de las que sospechamos efectivamente son plantas venenosas.

Retomando la marcha, de vuelta, entre los abedules, me topo con un imponente Roble albar. Me sitúo debajo de él para contemplarlo :


Roble albar (Quercus patraea)

Después de quedar unos minutos absorto ante este anciano, comienzo a comprender por qué los celtas adoraban a estos árboles y los consideraban sagrados.

sábado, 19 de junio de 2010

El ajenuz


Coslada (Madrid), 16/06/2010


Cuando se empieza a buscar plantas en los yesares, uno no puede quedarse indiferente ante una Nigella (uno de sus nombres vulgares es Ajenuz, del árabe hispánico "senuz"). Cualquiera que sienta algo de admiración por los vegetales se quedará durante unos minutos observando esta planta. Y si tiene un objetivo a mano la someterá a una buena sesión de fotos. Es la cuarta o quinta vez que fotografío esta preciosidad, y siempre que veo una no puedo resistir la tentación. Aquí va una selección de mis fotos más recientes :

Nigella gallica


Nigella gallica (desde arriba)


Nigella gallica (frutos)

En esta planta, de la familia de las ranunculáceas, las cosas no son lo que aparentan y es que lo que parecen pétalos en realidad son los sépalos, que han asumido la función atrayente de insectos y además despiden cierto aroma. Los pétalos se perciben al acercarnos más a la flor. Éstos rodean a los estambres y pistilos tremendamente salientes.

En la última foto, la plenitud de la flor y su carácter exhibicionista de órganos reproductores da paso a la calma de la formación del fruto, donde se aprecian unos gajos unidos entre sí. Cada uno de estos gajos contienen las semillas que darán lugar a nuevas Nigellas.

Consejo educativo : he podido observar muchas veces como flores hermosas de este tipo son arrancadas en manojos por la gente con la idea de meterlas en un jarrón para dar aroma o adornar la casa. Lo único que se consigue al final es que la planta marchite a los pocos días y acabe en la basura. Además al arrancarla se la está quitando de su entorno, donde cumple una función en el ecosistema y se la imposibilita para dar descendencia. Es bien distinto hacer ésto que seleccionar un único ejemplar entre muchos para examinarlo y obtener información de él. Esa información puede revertir después en la protección de la especie o el enclave donde habita.
Así que mi recomendación es si sobreviene la tentación de coger un manojo, mejor hacerla una foto, que durará mucho más y la planta seguirá estando ahí para que otros la vean y aprendan.

lunes, 14 de junio de 2010

Una selva en Cádiz

Parque Natural de los alcornocales (Cádiz), 22/04/2010

A pocos kilómetros del continente africano se levanta uno de los ecosistemas más completos y diversos del monte mediterráneo. Un lugar que compatibiliza a la perfección el aprovechamiento respetuoso de los recursos naturales con la conservación de la biodiversidad autóctona. Algo que debería suceder con mucha más frecuencia en lugar de destruirla para sacar un provecho económico con pocas miras a largo plazo.
El Parque Natural de los alcornocales de Cádiz se extiende en una vasta superficie de 168000 Ha. Se asienta sobre un sustrato de arenisca, conocidas como las areniscas del Aljibe. La pugna de las placas africana y euroasiática ha dado lugar a a elevaciones y grandes valles en el extremo Sur de España, que unido al clima benigno : lluvias abundantes y unos inviernos suaves, propician la existencia de uno de los mayores bosques de alcornoques del mundo.



Las areniscas del Aljibe dan un suelo de pH muy ácido y salvo en las zonas de bujeo, así son llamadas unas zonas donde el sustrato es más arcilloso con tendencia a un mayor encharcamiento, el alcornoque es el árbol que domina el bosque. Pero no esta sólo, ya que un cortejo mediterráneo arbóreo y arbustivo muy rico en especies le acompaña. Y es que al árbol del corcho se le unen encinas, acebuches, madroños, algarrobos, lentiscos, mirtos, palmitos, labiérnagos, olivillas, jaras de todo tipo y condición y unas cuantas especies de retamas, que dan un tono amarillo al cuadro con sus bellas flores papilionáceas. Esto es lo que se aprecia a bote pronto, desde un vehículo a 40 km/h.

Cuando el viajero curioso pone los pies en el suelo de arenisca descubre un estrato herbáceo no menos interesante y un contraste de entornos que dan aun más diversidad al lugar. Pastos de ganado se intercalan con bosque cerrado de alcornoque interrumpidos por lagunas estacionales y arroyos repletos de vida donde es posible ver adelfas, quejigos y brezos del tamaño de árboles :


Estas dos fotos muestran : arriba un Brezo de porte arbóreo y justo encima de estas líneas una Adelfa (Nerium oleander), especie típica en los parques y jardines madrileños, que aquí es silvestre y aparece junto a los ríos y arroyos.

En torno a estos cursos de agua la humedad es aun mayor, en cuyos barrancos se forman los canutos, unos bosques de galería compuestos por quejigos andaluces, alisos, brezos y arraclanes. Donde también es posible contemplar algún elemento relíctico de la vegetación subtropical que dominaba esta zona antes de las eras glaciares : laureles, rododendros y acebos... Desafortunadamente, nuestro corto paseo no nos permite llegar al lugar donde están estas maravillas botánicas.
Las fuertes lluvias caídas en Andalucía durante todo el invierno y parte de la primavera propician un entorno exuberante de agua. Tras abrirse paso entre la espesura del bosque el caminante encuentra remansos realmente embriagadores que le invitan a la contemplación :



La flora del alcornocal gaditano es muy rica. Podemos ver un extraordinario plantel de especies condicionadas por las favorables condiciones del lugar y también por la diversidad de entornos. En los pastos, donde el bosque se abre y quizá sólo es posible ver algunos pies de encina o alcornoque acolchados por lentisco y algunos palmitos dispersos, aparecen especies nitrófilas como la Cynara cardunculus o la Scolymus maculatus, un pariente del "cardillo", ambas aun con las hojas basales :

Cynara cardunculus

Scolymus maculatus

En las etapas de evolución hacia el alcornocal aparece un estrato arbustivo dominado por cistáceas, cantuesos y algunas leguminosas, acompañadas de unas cuantas herbáceas interesantes. El desfile de jaras no tiene desperdicio y adorna el paisaje con tonos blancos y rosas-púrpuras :

Cistus monspeliensis

Cistus populifolius

Cistus crispus

Cistus salviifolius

Con tanta jara, no es extraño que existan muchos nichos ecológicos con ellas como protagonistas. Entre ellos nos llama la atención mirando hacia el suelo un Hipocisto, una parásita de las jaras, inconfundible por sus tonos amarillos (de las flores a punto de abrirse) y rojos escarlata de las hojas :

Cytinus hypocistis

No lejos de este lugar nos topamos con otra planta de diseño floral poco habitual, una orquídea del género Serapias :

Serapias cf. lingua

Esta bella planta parece hacernos un gesto de burla sacándonos la lengua, que no le tendremos en cuenta esta vez.
Conforme vamos entrando en la umbría del alcornocal, ya en el borde y aprovechando algún rayo de Sol encontramos un fabuloso Arrayán en flor :

Myrtus communis

Este arbusto, que da nombre al Patio de los Arrayanes de la Alhambra de Granada, es un acompañante habitual del alcornoque y la encina en los montes mediterráneos andaluces.
En el seno de este bosque y en sus bordes, aprovechando también zonas soleadas, encontramos dos arbustos de la familia de las labiadas : el Matagallos (Phlomis purpurea) y la Olivilla (Teucrium fruticans). Este último es una planta ornamental habitual en los parques y jardines madrileños. Aquí tenemos el lujo de poder contemplarla en estado silvestre :

Phlomis purpurea

Detalle de las flores de Phlomis purpurea

Teucrium fruticans

Según nos vamos introduciendo bajo el dosel de copas de los alcornoques, las sombras aumentan y las plantas deben ingeniárselas para captar la luz. Las enredaderas y trepadoras se convierten en protagonistas apoyándose en otras especies más firmes o bien bailando entre ellas en una danza de conveniencia, como lo hacen Zarzaparrillas y Madreselvas :


Zarzaparrilla (Smilax aspera) y Madreselva (a la derecha)

Otras trepadoras nos sorprenden con sus flores de gramófono. En este caso la Aristolochia baetica, endémica del Sur de España, cuya flor es mostrada aquí con la ayuda de una mano amiga :

Aristolochia baetica

Otras especies, sin recurrir a la táctica de trepar y apoyarse en otras plantas o soportes, se han adaptado a la poca luz que llega a este sotobosque. Son plantas generalmente de umbrías que suelen desarrollar hojas muy verdes y con una superficie foliar generosa para aumentar su tasa de fotosíntesis : sirva la hermosura de una Vinca (Vinca difformis), el siempre mediterráneo Rusco (Ruscus aculeatus) y las Lágrimas de la Virgen (Allium triquetrum), una liliácea que nos deleita con sus flores blancas, péndulas y delicadas :

Vinca difformis

Allium triquetrum (Detalle de las flores)

Allium triquetrum

Ruscus aculeatus

Uno de los aspectos que hace este lugar interesante, a parte de la biodiversidad, es el aprovechamiento tradicional y sostenible del corcho. Esta labor consiste en ir haciendo "pelas" sucesivas a los alcornoques, extrayendo parte de la corteza, que como el nombre científico del alcornoque indica, está muy
suberificada. De hecho, las palabra corcho proviene del vocablo latino Cortex, que significaba corteza.

La extracción de corcho del árbol condiciona en buena parte su porte, que de manera natural tiende a ser más sinuoso y con la copa más recogida. La poda de formación persigue un fuste más recto que facilite y aumente el rendimiento de la extracción de la corteza.

La primera pela tiene lugar cuando el perímetro del árbol es del orden de 60 cm, es decir, un diámetro de más o menos 20 cm. Este primer corcho aun no vale mucho y un uso que se le da es para montar belenes de Navidad.

Nueve años más tarde acontece el corcho segundero, de mejor valor que el anterior pero aun sin ser óptimo. Se utiliza esta corteza para hacer aglomerados, que entre otras cosas, podemos comprar en papelerías en forma de tableros.

Es a partir de los 50 años de vida del árbol cuando éste empieza a producir corcho óptimo de calidad, usado para taponar las botellas de vino. El alcornoque y la vid son un matrimonio que esperemos que sea duradero.


Alcornoque pelado y detalle de su corteza suberificada


martes, 8 de junio de 2010

El arlequín que quiso tocar el gramófono

Coslada (Madrid), 30/05/2010

Esta es la historia de un Arlequín. Así llaman a esta singular mariposa, en latín Zerynthia rumina. Como muchos lepidópteros en su fase reproductora, gusta de libar el néctar de los capítulos florales de los cardos, en este caso la especie Carduus pycnocephalus . Es sus escasos días de existencia su misión en la vida es reproducirse, degustar los azúcares de las flores, y ya de paso, alegrarnos un poco la vista.

Cuando la arlequina copula, escucha la música procedente del gramófono de las Aristolochias y acude a ellas a depositar sus huevos, que deja en las hojas. Aquí mostramos una Aristolochia pistolochia, la planta nutricia de la oruga del Arlequín, de la que se alimentará para volver a transformarse en la mariposa :







viernes, 4 de junio de 2010

Bajo la nieve

Coslada (Madrid), 11/01/2010


Bajo la nieve, incluso las ciudades parecen auténticas. Es uno de esos momentos en los que nuestra acelerada civilización se acopla a la fuerza al ritmo más lento y pausado de la naturaleza. Eso parece inquietar a muchos, cuyas prisas les impide ver estampas como ésta en la que el agua toma forma blanca y tacto frío.

Otros aguantan estoicos la nieve en los hombros :


Y los bancos aguardan pacientes la salida del sol esperando un alma cándida que los ocupe :






miércoles, 2 de junio de 2010

Sisallos y Tarayes


P.N. de las Tablas de Daimiel 01/04/2010

En los pastizales halonitrófilos de la planicie manchega aparece una comunidad vegetal característica : el Calaminar. Conocida en la región como Calamino, por otros llamado Sisallo, el caso es que Salsola vermiculata ofrece una vista armoniosa salpicada de las punteaduras amarillas de los jaramagos.
Pero el Calamino teme al Taray. Y al acercarse al agua deja su lugar a éste en las riberas volubles de Daimiel. Tarays centenarios se agrupan formando un cortejo casi fantasmagórico.