Vallecas (Madrid) , 22 de Julio de 2010
Hace mucho tiempo, algunos botánicos exploraron arduamente las cercanías de este lugar (Cerro Negro) en busca de nuevas especies. Sea el caso de Loefling, discípulo de Linneo. Seguramente ellos cuando se asomaron a estos cerros verían un mar ondulado de praderas interminables salpicadas de restos de encinar mediterráneo y tierras de cultivo que se extendían hasta el piedemonte serrano.
A nosotros, sólo nos queda imaginar aquel paisaje y disfrutar ahora de una magnífica puesta de sol veraniega con Madrid a vista de pájaro.
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