No , es sal. En realidad, varias sales : sal común mezclada con carbonatos y sulfatos sobre todo.
Una lengua de sal aparece en las vaguadas entre cerros de yeso. Presentamos los saladares, unos paisajes tan espectaculares como desconocidos. Muchas veces no valorados y vistos como un estorbo para algunos. Esta entrada pretende que nos acerquemos y conozcamos más a estos enclaves. Espero que más de uno se fascine con ellos.
Tres fotos anteriores : Saladar de la N-400 (Aranjuez, C. de Madrid).
Un suelo tan cargado de sal es un medio inhóspito. La sal retiene el agua y no se la cede a la planta. Es decir, las raíces de los vegetales no pueden tomar el agua del suelo si éste es muy salino. Por lo tanto esta situación es equivalente a vivir en medios muy secos, sin disponibilidad de agua. La paradoja es que estos lugares en invierno suelen estar encharcados, cubiertos de láminas de agua con mucha sal disuelta. Esta sal, cuando llega el verano y el agua se evapora, precipita (como cuando echamos una cucharada de sal en un vaso de agua : damos vueltas a la cucharilla y la sal desaparece. Si hervimos el agua hasta que se evapore al final veremos la sal en el fondo de la cazuela). Al precipitar, el suelo se cubre de una costra de sal.
Saladar de Borox (Norte de Toledo, 29/01/2011)
En el invierno estos lugares se cubren de una lámina de agua cargada de sales. Sobre ella, una población de Salicornia (Salicornia ramosissima), especie característica de estos enclaves.
El resultado de las adaptaciones son formas y diseños extraños, que parecen haber sido sacados de una película de ciencia ficción.
Antes de dar un repaso a las especies típicas de los saladares, comentar que existe un gradiente de humedad desde los bordes del saladar hacia el centro. El motivo es que estos suelos se generan siempre en depresiones rodeadas de cerros de yeso. Cuando llueve, el agua disuelve la roca del yeso y arrastra las sales disueltas ladera abajo. En el centro de la depresión se acumula más el agua y al final la cantidad de humedad y de sal es mayor. Conforme vamos hacia los bordes la humedad va disminuyendo y eso se ve muy bien en las especies que aparecen. Unas más gustosas del suelo encharcado, y otras no tan tolerantes. La siguiente imagen, del saladar de Borox, lo ilustra de manera muy clara :
Podemos ver en el centro de la imagen un poco a la izquierda la lámina de agua. Aquí aparece la Salicornia (Salicornia ramosissima), a la que le gusta vivir en zonas de encharcamiento más duradero. Junto a ella, aunque formando una banda diferenciada de vegetación, nos encontramos con el Junco maritimo (Juncus maritimus).
Nos alejamos un poco de la zona más húmeda y llegamos a un terreno fangoso e inundado durante periodos de tiempo más breves que los que ocupa la Salicornia y el Junco. Aquí hallamos el Almarjal, con Suaeda vera.
Más lejos aun y ya fuera de la influencia del agua, con tonos glaucos, encontramos a la Orzaga (Atriplex halimus), también llamada Sagra (Comarca de la Sagra).
Decíamos antes que las plantas en estos lugares son grandes especialistas en la economía del agua, ¿cómo lo hacen?. Una de las tácticas que utilizan es el poseer hojas rellenas de agua. Son blandas al tacto y si las apretamos veremos el jugo que sale de ellas. Con esa despensa aguantan mejor el estrés hídrico :
Almarjo (Suaeda vera), con hojas suculentas
Algunas, como la Sapina (Arthrocnemum macrostachyum), acumulan agua en los tallos y reducen sus hojas al mínimo. Esta reducción de la hoja reduce mucho la traspiración, que es la pérdida de agua que sufren las plantas a través de las hojas. La traspiración es necesaria pero en condiciones de estrés hídrico es un gran inconveniente que los vegetales deben intentar solucionar. La adaptación de la Sapina es tan fascinante que se amputa ella misma parte de los tallos cuando la falta de agua ya es alarmante :
Sapina (Arthrocnemum macrostachyum), Aranjuez (C. de Madrid), 29/01/2011
Las hojas diminutas, casi ausentes, son un denominador común en las especies de los saladares. Mostramos a continuación dos especies anuales que aparecen en las zonas que están más tiempo inundadas :
Coralillo (Microcnemum coralloides), Aranjuez (C. de Madrid, 29/01/2011)
Salicornia (Salicornia ramosissima), Saladar de Borox (Norte de Toledo), 29/01/2011
El Coralillo y la Sapina son auténticas joyas botánicas que sólo encontramos en escasos enclaves del interior peninsular y en las marismas y salinas litorales de manera puntual. Es imprescindible conservar estos hábitats para la supervivencia de estas maravillas botánicas de la adaptación a condiciones extremas. Ambas especies se encuentran protegidas por la Ley.
Otro aspecto que encontramos en algunas especies de los saladares es el tono glauco de sus hojas. Este color, que da un tono pálido a la planta, es efectivo en la reflexión solar. Las hojas reflejan más la luz del sol y eliminan un exceso de calentamiento que además induce en una mayor traspiración. Por otro lado, estos tonos glaucos corresponden a capas de cera que recubren la hoja. Otra defensa más contra la pérdida de agua.
Como vemos, un montón de originales e inteligentes adaptaciones para poder vivir en este medio.
Ahora que comprendemos un poco más estos enclaves, tendremos buenos argumentos para querer conservarlos. (Ver entrada anterior SOS: Saladar de Borox).
Orzaga (Atriplex halimus)
Limonium latebracteatum, también posee hojas de tono glauco.
Ahora que comprendemos un poco más estos enclaves, tendremos buenos argumentos para querer conservarlos. (Ver entrada anterior SOS: Saladar de Borox).
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