viernes, 18 de mayo de 2018

Buscando la Paris quadrifolia



Canencia de la Sierra-Miraflores-Bustarviejo (Sierra de Guadarrama, Com. de Madrid) 11/05/2018


Hubo un tiempo en el que hayedos y abedulares fueron abundantes en la Cordillera Central. Hoy día estos bosques, que requieren condiciones húmedas y templadas durante todo el año para alcanzar su óptimo, se refugian en el Sistema Central en enclaves muy escondidos, altos, orientados generalmente al Norte, y donde existe un microclima que aun ha evitado su desaparición. El abedul y el haya, incluso en estos lugares, y salvo en algunos rodales, ya no aparecen como actores principales del bosque, sino como acompañantes de otras especies mejor adaptadas a las condiciones imperantes, como son el roble melojo (Quercus pyrenaica) y el Pino Silvestre (Pinus sylvestris).


Ejemplar de gran porte de Pinus Sylvestris


Bosquete de roble melojo (Quercus pyrenaica)


El cortejo florístico de los abedulares y hayedos ibéricos está bien estudiado, pero más allá de estos modelos, cuando uno patea el monte en un lugar como la Sierra de Guadarrama, lo que encuentra es una flora en la que se mezclan los elementos de los hayedos con los del melojar y/o pinar. Los modelos de cambio climático no presagian un buen futuro para estos bosques, debido a una agudización de la estación seca en las zonas del interior, y a una progresiva mediterraneización del clima atlántico, de modo que exista un verano en el que coinciden ausencia de lluvias y temperaturas altas.

Tras un final de invierno y comienzo de primavera inmejorable en lo meteorológico, la primavera de 2018 está siendo muy jugosa para salir al campo a ver plantas, insectos y demás fauna. Hoy nos acercamos a una de esas laderas de la Sierra de Guadarrama en la que es posible ver elementos de esos bosques atlánticos más típicos del Norte ibérico que del mediterráneo Centro: a los pinos silvestres se unen abedules, tejos, acebos y algún que otro Serbal de Cazadores (Sorbus aucuparia). No aparece sin embargo el haya, refugiándose en enclaves más al Nordeste.

 Hojas de Serbal de los Cazadores. Árbol de porte mediano que aparece en los
bosques de hayas. Es raro en la Sierra de Guadarrama. 

Y es que la motivación es encontrar y fotografiar a una herbácea asociada a los hayedos, la Uva de Raposa, o Paris quadrifolia, un hermoso megaforbio con cuatro (a veces cinco) hojas muy características insertadas en un tallo que remata en una única flor, que después se transforma en un fruto oscuro en forma de baya, muy llamativo. 


Dibujo de la Paris quadrifolia (imagen tomada de internet)

Esta planta está citada en la Sierra de Guadarrama, aunque son citas ya antiguas:

Mapa de distribución de la Paris quadrifolia (fuente: http://www.anthos.es/).
Los puntos rojos indican donde ha sido citada (pinchar imagen para ampliar). La planta no aparece en las Canarias. Se observan citas en la Sierra de Guadarrama.


También aparece citada en la Guía Botánica del Sistema Central español, de Modesto Luceño y Pablo Vargas (Ediciones Pirámide, 1991).

No aparece citada sin embargo en la primera publicación de Vegetación y Flora de Madrid, de Javier Grijalbo Cervantes (Náyade Editorial), que es un trabajo más actualizado sobre las especies presentes en toda la Comunidad de Madrid.

Así que con esto en mente nos ponemos en la búsqueda de la Hierba de Paris (otro de sus nombres comunes), con mucha incertidumbre sobre su presencia pero con gran emoción.

La excursión transcurre por suelo de melojar y de pinar de pino silvestre, sin alejarnos mucho de la presencia de arroyos y hábitats de mayor humedad, donde supongo que será más probable encontrar a la planta que buscamos. Nos paramos a contemplar la belleza que aportan los abedules y tejos al enclave. El rugido del agua y el trino de pequeños peseriformes, unidos al aroma del bosque crean una atmósfera embriagadora. No dejamos de mirar atentamente al suelo.





Los abedules aparecen junto a los cauces, acompañando a Pinos silvestres y Robles melojos. Estos bosques aportan mucha materia orgánica y van creando suelo. La humedad de los arroyos permite la proliferación de hongos, líquenes y comunidades de criptógamas.



Comenzamos a observar algunas flores muy vistosas. En aquellos lugares en los que se abre un poco el bosque y la luz pasa mejor, encontramos a la Gagea nevadensis :



 En prados más húmedos es habitual encontrar a Narcissus bulbocodium, que de vez en cuando aparece junto a las Gageas:


Narcissus bulbocodium


Floración conjunta de Narcisos y Gageas en cervunal.

Más dentro del bosque, y especialmente donde los melojos aparecen (o deberían aparecer) más, nos topamos con otro narciso: Narcissus triandrus subsp. pallidulus.  Y una mirada más a ras de suelo nos hace ver una bellísima y diminuta violeta, la Viola kitaibeliana :

Narcissus triandrus subsp. pallidulus

Viola kitaibeliana


Otra violeta, más grande que la anterior, con una flores de color intenso: Viola riviniana.




En medio de la fotografía de estas herbáceas, que exige agacharse bastante, e incluso tumbarse en el suelo para poderlas retratar bien, me percato de una oruga en una madreselva, inmóvil como la planta, supongo que su planta nutricia. No tengo claro de qué lepidóptero se trata, pero de modo visual y teniendo en cuenta que estaba sobre una madreselva, podría tratarse de Euphydryas aurinia (¿?).

Euphydryas aurinia (¿?).


Descendemos la ladera y al arroyo inicial que íbamos siguiendo se le unen otros dos formándose un curso de agua bastante caudaloso. En determinados lugares el terreno se allana un poco y se forman pequeñas playas de gran belleza. En la orilla de una de ellas contemplo un viejo Sauce, antiguo y sabio del bosque, que custodia este curso de agua, al que tantas veces habrá visto crecer y secarse:


En estas orillas custodiadas por abedules y sauces florece con profusión la Celidonia menor (Ranunculus ficaria), y junto a ella la hermosa Primula acaulis subsp. acaulis, una planta rara en la Comunidad de Madrid y poco citada.  Gran satisfacción por haber visto y fotografiado aquí a esta Prímula.


Celidonia menor (Ranunculus ficaria)


Primula acaulis subsp. acaulis

En medio de todo este desfile floral  nos olvidamos por un momento de la Paris quadrifolia, que al final no tuve la suerte de encontrar. No obstante, al final con lo que más disfruta uno es con la búsqueda y con todas esas sorpresas que le natruraleza te da, apareciendo siempre lo que uno no espera. Regresaremos de nuevo a estos bosques para ver si finalmente la susodicha planta se deja ver, si es que sigue estando. Yo creo que sí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario