lunes, 23 de septiembre de 2024

Caminos de una España llena

 Tras mucho tiempo dejando este rincón olvidado, criando malvas y polvo, me veo con ganas de volver a escribir. En este caso, intento retomar el espíritu inicial del blog, relatando vivencias de lugares que visito más que de dar datos científicos rigurosos. Todo a su tiempo pero ahora esto no toca. Aun así, mi curiosidad natural hará que de vez en cuando se me pueda escapar algo. 

Esta historia habla de rutas por zonas de Soria, por caminos olvidados y llenos de tesoros. Paseo junto a mi querida compañera de viaje: Marta, la flor de escaramujo, a la que quiero mucho.

Se ha manoseado mucho el término de "España vaciada". Otra frase más que les ha gustado mucho a los periodistas y que repiten hasta la saciedad, como por ejemplo DANA (sinónimo inventado de algo malo y catastrófico), o Ciclogénesis Explosiva, que quien lo dice y el 98% de quien lo escucha no sabe ni lo que es "ciclogénesis", y menos "explosiva". Pues de nuevo, España vaciada, que da la sensación de que es una parte de España sin contenido. Como un cajón hueco. Pero nada más lejos de la realidad: en esta zona hay mucho, y bueno. Y desde luego, muy auténtico.

 Nos paseamos por los lugares de  La Perera,  Caracena, Valderromán y Tiermes, y por los campos de alrededor, repletos de vida, nostalgia y buena gente. De los dos primeros hablaré en esta entrada, de los dos segundos en la siguiente. Afortunadamente, como sé que me va leer poca gente, no me importa que lo conozcan y vayan, porque sé que quien ha llegado aquí se merece poder conocerlo.

 Con el fin de pasar un fin de semana de desconexión, caimos un poco por casualidad en esta zona del Sur de Soria, que era desconocida para nosotros. El lugar se encuentra casi al borde de la provincia de Guadalajara. De Miedes de Atienza, aun en Guadalajara, pasamos a Retortillo de Soria, que deja claro a qué provincia pertenece. El primero o el último pueblo soriano, según se mire.

Nuestro primer paseo, a principios de Julio,  nos lleva por un camino entre La Perera y Caracena. Un camino poco arbolado, donde los pastizales y tomillares son realmente hermosos (tomillos dulces se juntan con mejoranas, y en algún otro rodal aparece el tomillo salsero). Estos prados permiten divisar un horizonte lejano, sin ningún signo de civilización salvo unos molinos de energía eólica al fondo del paisaje, y donde el encuentro con corzos grandes y esbeltos está asegurado. El olor floral se nota, aun siendo verano. La más dulce de todas, la Santolina, aparece continuamente y llena de flor, con esos botones amarillos que parecen margaritas deshojadas. Las aves rapaces abundan: vemos buitre leonado, alimoche, águila calzada, alguna otra águila que no puedo identificar por llegar tarde a sacar los prismáticos. También muchas cojugadas, collalbas, aviones comunes, pocas golondrinas,  algunos críalos, y un gran número de paseriformes. Los sonidos de las aves son constantes y agradables.  Se escucha un ladrido de corzo, que poquito después muestra al autor (en este caso autora). Y así vamos por el camino llano, entre campos de cultivo muy ricos en biodiversidad. 

No nos cruzamos con nadie en todo el camino. Todo es nuevo, el horizonte es ancho, el campo aun está recordando el frescor de la primavera. Julio ha empezado portándose bien. Buen tiempo para hoy: probables tormentas con agua a la tarde. Marta y Eritaco siguen paseando bajo una temperatura aguantable y se acerca el mediodia. Y eso que tiene Soria, que sus mayores tesoros emergen debajo de los pies, de pronto el llano que parecía monótono da paso a una hoz impresionante.  Caracena se alza en el centro, sobre un lugar elevado rodeada de la hoz. Los buitres leonados ya cogieron hace rato las térmicas y se van elevando trazando círculos. Algún alimoche se cuela en medio de ellos y rápido se le identifica por ser más perqueño y ese resplandor blanco de sus alas. Nunca me canso de observarlos. Siempre es un gustazo.

Nuestro destino es Caracena, que se mimetiza perfectamente con el entorno. Más que construido parece esculpido. Un poco más atrás de las casas se ve un antiguo castillo, que debió ser importante. Nos apetece visitarlo, pero aun nos toca bajar por un sendero con gran pendiente hacia abajo. La concentración por no caerse ladera abajo entra en conflicto con el deseo de admirar la belleza de ese valle donde todo encaja.

Seguimos, de momento nos libramos de la tormenta en la zona alta, algo muy poco deseable, pero aun así el cielo no aparenta formar tormenta. ¿Qué sucederá al final?. Eritaco va haciendo sus cábalas pensando en la vuelta, teniendo que subir vuelta a La Perera a la hora de mayor formación tormentosa. Marta se asusta por una corza que sale dando buenos saltos a su derecha. Pero el corzo iba más asustado aún hacia abajo. ¡Qué velocidad y qué saltos!. 

 Y así ya vamos bajando, ya casi en el pueblo. Vemos una familia formada por un papá, una mamá jóvenes , con dos hijos pequeños, observando un riachuelo donde saltan las ranas. Cruzamos un puente muy bonito y nos acercamos a un antiguo lavadero. Allí imaginamos cómo debía de ser lavar la ropa a mano. Y es que llevamos casi toda nuestra vida haciéndolo, salvo a partir del siglo XX. 

Entramos en Caracena, que ya a su nivel y dentro del pueblo, adquiere un toque más acogedor, pero sin perder su belleza. Es verano, los niños están de vacaciones y van al pueblo. Los abuelos también van, y los padres. Hay gente sentada en bancos. Un hombre, que debe ser el abuelo de los niños que habiamos visto antes, porque estaban sentados a la entrada de esa misma casa, nos saluda. Su expresión denota amabilidad y que le apetece hablar. Allí le contamos nuestra aventura y nuestra preocupación por la posible tormenta. Nos la quita asegurándonos que no habrá tormenta esta tarde. Como es lo que queria oir, Eritaco se siente mejor y cree que "al final no habrá tormenta". Marta sonríe.

El señor nos habla de un pueblo abandonado por la zona de donde veníamos, en los llanos de arriba. Nos indica cómo llegar hasta el mismo. Marta, la flor de escaramujo, y su pajarillo Eritaco sienten curiosidad y ganas de echar un vistazo a la vuelta. Se despiden del hombre con una sonrisa. Qué bonito es llegar a un pueblo tras una caminata y hablar de estas cosas con la gente. Cuando estoy en estos sitios me gusta sobre todo escuchar. Que la gente me cuente cosas y tratar de no confrontar si hay algún punto de confrontación, que casi nunca los hay.   Toca ver Caracena, toca descubrir ese pueblo que vimos desde arriba como surgido de la propia hoz. Llegamos al poco a una plaza donde hay un rollo jurisdiccional, todo del mismo color. De esa plaza sube una calle, donde tienen pinta de estar las cosas que más hay que ver en el pueblo. 

 Pasamos por delante de un restaurante que está cerrado, pero que abre al rato. Hay ganas de cerveza por supuesto, pero es que justo detrás de esta casa hay una ermita románica preciosa, y que no habiamos visto desde la altura. ¡Qué ermita más bonita!, totalmente románica. La vemos por fuera y nos refugiamos bajo sus columnas, bajo un techo fresco. Multitud de aviones y golondrinas vuelan y suenan, dando alegria al lugar. Vemos un cartel que indica que el castillo está más arriba, a casi un kilómetro. Nos quedamos reposando un rato en esa ermita medieval. Allí desenfundamos nuestro bocadillo de jamón. Una perrilla, que dos meses más tarde seria importante para nosotros, se acerca a curiosear. Al mismo tiempo dos coches caros aparcan justo enfrente de la ermita, y ponen pie en el suelo un grupo de gente, entre ellos un par de imbéciles, que quieren demostrar que tienen un coche caro. Con los años, te bastan solo diez segundos para distinguir al gilipollas del virtuoso. Como sus coches, se quieren hacer notar: "¡aquí hemos llegado!, ¡aquí estamos!". Lo bueno que tienen estos sitios donde hay tan poca gente, es que también te evitas a muchos de estos.

Afortunadamente ya habíamos terminado el bocadillo y reposado lo suficiente. Tomamos un camino que asciende hacia el castillo. El sol ya aprieta un poco pero se aguanta. Detrás de nosotros, Caracena se aleja, y la ermita aparece en primer lugar, el primer edificio visto desde donde estábamos. La ermita descansa enfrente del castillo: se ven , se miran,  recordando un pasado importante. El castillo se nos acerca poco a poco. La vista a la izquierda es espectacular: una inmensa hoz. Buitres y algunas chovas piquirrojas vuelan, las segundas emitiendo su peculiar disparo. Llegamos por fin al castillo.

Como otros castillos castellanos, el castillo de Caracena aparece ruinoso, pero insinuando un poco cómo podria ser. Dentro de lo que cabe los he visto peor conservados, como el de Zorita de los Canes por ejemplo. Paseamos por alrededor de sus muros y nos metemos en el interior, ya cubierto de vegetación. Los muros de piedra producen eco cuando hablamos. Nos callamos un rato, tratando de imaginar la vida en aquel castillo, las visitas de su gente a la ermita románica de más abajo, el cómo seria vivir con la cosa de que defiendes ese lugar, que pueden venir a conquistarte. El dia a dia, ¿cómo seria allí entre esas paredes?, ¿qué historias sucederían?. Más allá de leer los aspectos técnicos en los carteles turísticos, nos gusta ir al sitio y justo allí poner un poco en marcha la imaginación. Pensar en ese lugar. Detenerse y luego imaginar el paso del tiempo. No recuerdo cuándo quedó abandonado aquel castillo, pero debió ser ya hace mucho. El sonido del aire y las gramíneas, el piar de las chovas y de algunos aviones y golondrinas, ahora. Las hiedras trepan por sus muros.

Con una mezcla de nostalgia, estremecimiento y fascinación, volvemos a bajar el camino hacia el pueblo. El restaurante ya ha abierto, y ya no están los coches de antes. Se aburrieron rápido de estar allí. Mejor para nosotros. Entramos, allí conocemos a Mari Ángeles, la dueña de ese restaurante, pero también la que tiene las llaves de la iglesia románica de al lado, y la que tiene ganado en el monte de arriba. Cuánta responsabilidad. Ella tiene el restaurante, que es pequeño, acogedor y con una comida excepcional, con sus hijos. Allí charlamos un poco, están algo atareados porque más tarde llega un grupo grande a comer. Nos quedamos en la barra y tomamos una cerveza y torreznos. Decidimos reservar para comer al dia siguiente. Nos cae bien ella y nos gusta el sitio. Pero tenemos que volver a La Perera. 

En el camino de vuelta pasamos por el pueblo abandonado que nos comentó el señor que vimos a la entrada de Caracena. Pozuelo, así se llama el pueblo. Lo encontramos siguiendo un sendero que sale del camino por el que habíamos ido a Caracena. el camino toma un repecho y tras el cambio de rasante vemos los restos de Pozuelo. Allí yace. Un arbusto se agita, y sale un corzo galopando mostrándonos su blanco trasero al correr. Se detiene y nos mira, para luego volver a correr. Entramos a la iglesia de Pozuelo, o lo que queda de ella. Aun se distinguen colores en la pared interior. Algunas inscripciones escritas decoran algunas zonas. Hasta algunos banquitos pueden verse. Nos invade la misma sensación que en el castillo, solo que aquí sí que no hay casas alrededor. El tiempo, tan lento y tan cruel, hace que este sitio vaya olvidándose. Pero allí nos encontrábamos nosotros, paseando por las calles ya inexistentes, pero que tuvieron que tener su vidilla, hace unos cien años. Un lugar que tendria sus fiestas, con toros, con baile, ahora callado. Miramos alrededor y nos conectamos a la naturaleza, de la que el paso del tiempo forma parte. Nadie nos quedaremos aquí para siempre.

Retomamos los caminos que nos llevan a La Perera de vuelta, con las piernas ya algo cargadas por los kilómetros a las espaldas. Hay ganas de darse una ducha fresca, ponerse cómodo y tumbarse un rato en la cama. Son las 5 de la tarde y la cigarra canta al sol. Al final no hubo tormenta.


viernes, 18 de mayo de 2018

Buscando la Paris quadrifolia



Canencia de la Sierra-Miraflores-Bustarviejo (Sierra de Guadarrama, Com. de Madrid) 11/05/2018


Hubo un tiempo en el que hayedos y abedulares fueron abundantes en la Cordillera Central. Hoy día estos bosques, que requieren condiciones húmedas y templadas durante todo el año para alcanzar su óptimo, se refugian en el Sistema Central en enclaves muy escondidos, altos, orientados generalmente al Norte, y donde existe un microclima que aun ha evitado su desaparición. El abedul y el haya, incluso en estos lugares, y salvo en algunos rodales, ya no aparecen como actores principales del bosque, sino como acompañantes de otras especies mejor adaptadas a las condiciones imperantes, como son el roble melojo (Quercus pyrenaica) y el Pino Silvestre (Pinus sylvestris).


Ejemplar de gran porte de Pinus Sylvestris


Bosquete de roble melojo (Quercus pyrenaica)


El cortejo florístico de los abedulares y hayedos ibéricos está bien estudiado, pero más allá de estos modelos, cuando uno patea el monte en un lugar como la Sierra de Guadarrama, lo que encuentra es una flora en la que se mezclan los elementos de los hayedos con los del melojar y/o pinar. Los modelos de cambio climático no presagian un buen futuro para estos bosques, debido a una agudización de la estación seca en las zonas del interior, y a una progresiva mediterraneización del clima atlántico, de modo que exista un verano en el que coinciden ausencia de lluvias y temperaturas altas.

Tras un final de invierno y comienzo de primavera inmejorable en lo meteorológico, la primavera de 2018 está siendo muy jugosa para salir al campo a ver plantas, insectos y demás fauna. Hoy nos acercamos a una de esas laderas de la Sierra de Guadarrama en la que es posible ver elementos de esos bosques atlánticos más típicos del Norte ibérico que del mediterráneo Centro: a los pinos silvestres se unen abedules, tejos, acebos y algún que otro Serbal de Cazadores (Sorbus aucuparia). No aparece sin embargo el haya, refugiándose en enclaves más al Nordeste.

 Hojas de Serbal de los Cazadores. Árbol de porte mediano que aparece en los
bosques de hayas. Es raro en la Sierra de Guadarrama. 

Y es que la motivación es encontrar y fotografiar a una herbácea asociada a los hayedos, la Uva de Raposa, o Paris quadrifolia, un hermoso megaforbio con cuatro (a veces cinco) hojas muy características insertadas en un tallo que remata en una única flor, que después se transforma en un fruto oscuro en forma de baya, muy llamativo. 


Dibujo de la Paris quadrifolia (imagen tomada de internet)

Esta planta está citada en la Sierra de Guadarrama, aunque son citas ya antiguas:

Mapa de distribución de la Paris quadrifolia (fuente: http://www.anthos.es/).
Los puntos rojos indican donde ha sido citada (pinchar imagen para ampliar). La planta no aparece en las Canarias. Se observan citas en la Sierra de Guadarrama.


También aparece citada en la Guía Botánica del Sistema Central español, de Modesto Luceño y Pablo Vargas (Ediciones Pirámide, 1991).

No aparece citada sin embargo en la primera publicación de Vegetación y Flora de Madrid, de Javier Grijalbo Cervantes (Náyade Editorial), que es un trabajo más actualizado sobre las especies presentes en toda la Comunidad de Madrid.

Así que con esto en mente nos ponemos en la búsqueda de la Hierba de Paris (otro de sus nombres comunes), con mucha incertidumbre sobre su presencia pero con gran emoción.

La excursión transcurre por suelo de melojar y de pinar de pino silvestre, sin alejarnos mucho de la presencia de arroyos y hábitats de mayor humedad, donde supongo que será más probable encontrar a la planta que buscamos. Nos paramos a contemplar la belleza que aportan los abedules y tejos al enclave. El rugido del agua y el trino de pequeños peseriformes, unidos al aroma del bosque crean una atmósfera embriagadora. No dejamos de mirar atentamente al suelo.





Los abedules aparecen junto a los cauces, acompañando a Pinos silvestres y Robles melojos. Estos bosques aportan mucha materia orgánica y van creando suelo. La humedad de los arroyos permite la proliferación de hongos, líquenes y comunidades de criptógamas.



Comenzamos a observar algunas flores muy vistosas. En aquellos lugares en los que se abre un poco el bosque y la luz pasa mejor, encontramos a la Gagea nevadensis :



 En prados más húmedos es habitual encontrar a Narcissus bulbocodium, que de vez en cuando aparece junto a las Gageas:


Narcissus bulbocodium


Floración conjunta de Narcisos y Gageas en cervunal.

Más dentro del bosque, y especialmente donde los melojos aparecen (o deberían aparecer) más, nos topamos con otro narciso: Narcissus triandrus subsp. pallidulus.  Y una mirada más a ras de suelo nos hace ver una bellísima y diminuta violeta, la Viola kitaibeliana :

Narcissus triandrus subsp. pallidulus

Viola kitaibeliana


Otra violeta, más grande que la anterior, con una flores de color intenso: Viola riviniana.




En medio de la fotografía de estas herbáceas, que exige agacharse bastante, e incluso tumbarse en el suelo para poderlas retratar bien, me percato de una oruga en una madreselva, inmóvil como la planta, supongo que su planta nutricia. No tengo claro de qué lepidóptero se trata, pero de modo visual y teniendo en cuenta que estaba sobre una madreselva, podría tratarse de Euphydryas aurinia (¿?).

Euphydryas aurinia (¿?).


Descendemos la ladera y al arroyo inicial que íbamos siguiendo se le unen otros dos formándose un curso de agua bastante caudaloso. En determinados lugares el terreno se allana un poco y se forman pequeñas playas de gran belleza. En la orilla de una de ellas contemplo un viejo Sauce, antiguo y sabio del bosque, que custodia este curso de agua, al que tantas veces habrá visto crecer y secarse:


En estas orillas custodiadas por abedules y sauces florece con profusión la Celidonia menor (Ranunculus ficaria), y junto a ella la hermosa Primula acaulis subsp. acaulis, una planta rara en la Comunidad de Madrid y poco citada.  Gran satisfacción por haber visto y fotografiado aquí a esta Prímula.


Celidonia menor (Ranunculus ficaria)


Primula acaulis subsp. acaulis

En medio de todo este desfile floral  nos olvidamos por un momento de la Paris quadrifolia, que al final no tuve la suerte de encontrar. No obstante, al final con lo que más disfruta uno es con la búsqueda y con todas esas sorpresas que le natruraleza te da, apareciendo siempre lo que uno no espera. Regresaremos de nuevo a estos bosques para ver si finalmente la susodicha planta se deja ver, si es que sigue estando. Yo creo que sí.


jueves, 3 de mayo de 2018

Las huellas del lince

Ver un lince ibérico en libertad es una de las mejores experiencias que un amante de la naturaleza puede llevarse.  Normalmente, cuando uno acude al hogar del lince ibérico, no logra verlo. Y si lo ve, serán cinco o diez segundos, y normalmente el  trasero del animal entre la espesura del matorral. Bueno, algo es algo. Pero si se tiene algo más de suerte, uno puede disfrutar de una experiencia inolvidable.

Nos acercamos a Andalucía, y en una de sus Sierras el monte mediterráneo aparece en todo su esplendor. Llegamos en una época buena para disfrutar del monte: finales del mes de Abril. Las lluvias intensas de Marzo y de la primera quincena de Abril de este 2018, unido al calor y el sol de estos últimos días han hecho explotar al campo, que por estas tierras florece antes que más hacia el Centro ibérico, de donde venimos, donde las Jaras pringosas aun no han florecido. Aquí sin embargo, como cantaba Triana: "todo es de color": el verde de Cañahejas, leguminosas y gramineas; el amarillo de los Jaramagos; los violetas de los cantuesos; el blanco de jaras y margaritas; el rosa de las jaras blancas. Todo unido a una variedad de verdes que aportan las copas de los árboles de un enriquecido bosque mediterráneo: encinas, quejigos, alcornoques, acebuches y lentiscos.


 El monte mediterráneo andaluz luce su esplendor en Abril.




Estos pequeños escarabajos vienen a comerse el polen de esta Jara blanca.

Pero no solo las angiospermas muestran su esplendor, los insectos, aves y mamíferos están a tope. Aunque nuestro principal aliciente para estar aquí es el lince, merece la pena entretenerse viendo otras cosas: como por ejemplo, una abeja recolectando el polen en una flor de Jara blanca (Cistus albidus)...




La llegada al lugar ha sido muy emocionante, ya que alguien, tras ver que somos buena gente, nos cuenta que una hembra de lince está criando a dos cachorros y que se la puede observar con telescopios. Así que, totalmente eufóricos por ello, nos dirigimos de inmediato al lugar. Lo que pasa es que en enclaves como éste uno no puede evitar parar unas cuantas veces por el camino, dar un paseo y tomar algunos videos. La fauna está por todas partes. Aquí unas perdices:


, allí unos ciervos:



, y por acá unos toros de lidia, que aunque no me gusten las corridas de toros, reconozco que es un animal precioso y que hasta el momento de la plaza está aquí a cuerpo de rey. Además, contribuye positivamente en estas tierras a la conservación del lince. Nos llevamos además la grata sorpresa de ver unos muflones al fondo, reclamando su protagonismo en la foto, aunque sea en segundo plano:

Toros de lidia. Muflones corriendo al fondo.


Si a esto le añadimos un rato de contemplación de un exuberante monte mediterráneo y algún mochuelo al que le gusta dejarse ver, pues el atardecer se nos va echando encima.

Pero ya está, decidimos por tanto no entretenernos más y acudimos del tirón a la zona de la lincesa (de aquí en adelante mamá lincesa). Detectamos que hemos llegado porque vemos a un grupo de gente con unos buenos aparatos ópticos enfocados todos a una misma zona. Junto a ellos vemos un cartel en el camino que nos anuncia el evento y nos previene de molestar:





Distinguimos personal de la Junta de Andalucía junto a otros apasionados del gran gato ibérico, como nosotros. Nos dicen que la BBC también anda por la zona filmando. Se respira un ambientillo naturalista, que me encanta.  Y por fin aparece mamá lincesa y sus dos cachorros. Ellos no se alejan mucho del cubil, todavía algo torpes al andar pero muy graciosos. Uno de ellos es un poco más travieso que el otro, mordisco por allí, empujoncito...Nos hace mucha gracia y animamos al otro a que se la devuelva. Son muy importantes estos juegos para el futuro de los felinos, ya que más adelante tendrán que poner en práctica estas habilidades en situaciones más serias.  Mientras tanto, mamá lincesa comienza a moverse y se prepara para salir de caza. Y efectivamente, muy poco después de la puesta de Sol la vemos alejarse de la madriguera, al tiempo que los cachorros se recogen: hora de dormir. Las luces se hacen muy tenues. Deseamos suerte a la lincesa, que se deja un poco ver entre el matorral para después ya desaparecer entre la espesura.

El primer encuentro con los linces ha sido una maravilla. Así que enganchados con esto, cambiamos nuestro plan inicial del sábado por acudir de nuevo aquí a primera hora de la mañana. Volvemos a nuestros aposentos, no sin antes, ya casi de noche, disfrutar de más mochuelos, autillos (el canto) y de una hembra adulta de jabalí con sus rayones. El balance de la tarde ha sido inmejorable al haber visto: ciervos, muflones, jabalís y linces (sin contar las aves). Tomamos una buena cena y a dormir, toca temprano visitar a mamá lincesa.

Despertar en un lugar como este cuando las luces del amanecer amagan con salir es una experiencia intensa. El monte va despertando, algo antes que nosotros. Nos encaminamos al segundo encuentro con la familia lincera. Éste será más largo.

Recorremos el mismo camino que la tarde anterior, haciendo también alguna parada, por si pudiera ser ver más habitantes del monte mediterráneo. Y es que la naturaleza aparece diferente a distintas horas del día. No queremos perdernos ningún momento.  Finalmente llegamos a nuestro destino. Y allí de nuevo contemplamos un buen rato a los linces. Encontramos a gente muy amable que nos deja mirar por sus telescopios.  Una persona del proyecto Life Iberlince nos explica que aunque pueden tener hasta cuatro cachorros, lo normal es que tengan dos. En esta tarea se ve que la madre se apaña bien, llamándolos (algo muy bonito de ver) cuando los pequeños linces se alejan más de lo debido. Aunque en general, la situación es que durante la mayor parte del día la madre yace postrada o sentada relajada, observando de vez en cuando  las actividades de los cachorros, que entran y salen de su cubil. Al final, la madre se echa a dormir y los cachorros se meten en su casa: el sol comienza a apretar un poco. A finales de Abril aquí ya empieza a hacer calor durante el día. Tras un rato en el que no ocurre nada, decidimos abandonar el lugar para volver a la tarde. Aprovechamos para hacer alguna ruta pequeña por otra parte de la Sierra y mover un poco las piernas.

El tramo lejos de los linces (siempre con el ojo puesto alrededor por si tenemos la fortuna de que alguno aparezca cerca) no está exento de buenos avistamientos. Encontramos a un grupo de pajarereos que observan hacia un profundo valle excavado por el rio:





Estamos un rato con ellos y podemos deleitarnos con un joven de águila real y una imperial adulta. Están lejos pero las distinguimos (poner fotos de internet comparativas del águila real joven, la adulta y la imperial). Poco después, ya por nuestra cuenta, vemos a un ejemplar de águila real adulta. De fondo suenan de vez en cuando las chovas piquirrojas, junto a algún esporádico cuco.

El regreso al territorio de mamá lincesa se produce a la tarde, según lo previsto. Tras un par de horas de nula actividad, la familia comienza a activarse. Es ahí observamos un comportamiento curioso: los cachorros juegan a perseguir el rabo de la madre, la cual lo mueve estando sentada. El rabo tiene un borlón negro que sirve de señuelo e indica a los cachorros el camino a seguir, detrás de la madre. Estos juegos tan divertidos para ellos les hace aprender a seguir este señuelo cuando tengan que salir tras su madre para aprender a ser linces adultos, a cazar, en definitiva, a convertirse en los grandes gatos del monte mediterráneo. Un camino largo, lleno de peligros que tendrán que sortear.


Un poco de información general sobre el lince ibérico.



Pero el espectáculo no terminó aquí, tras estos juegos y un rato en el que los cachorros se pusieron a mamar, mamá lincesa se tumbó de perfil y con la cabeza vuelta hacia nosotros, empezó a lamer a los cachorros, mientras ellos se subían y retozaban encima de ella. Esta escena inolvidable duró más de dos minutos. Un recuerdo que jamás se borrará de nuestras mentes. Ninguno apartaba el ojo de los prismáticos, telescopios y cámaras de video. Una escena digna de documental, y muy difícil de ver. Nos sentimos afortunados.

De nuevo cayó la noche y la madre salió en busca de caza. ¿A qué conejo de aquel monte le tocaría esta noche sucumbir a sus garras?.




Son buenos tiempos para el lince. La especie ha aumentado su población en los últimos 18 años, y además empieza a estar presente en territorios de donde había desaparecido, tras un periodo en el que pensábamos que el gran gato se nos iba para siempre. Pero el empeño y la buena labor de unas personas han conseguido darle una esperanza al felino. Queda aun mucho por hacer pero creo que se va en una dirección correcta.  En 2003 quedaban menos de 200 linces en todo el mundo (recordemos que el Lince Ibérico solo vive en la Península Ibérica). Ahora sin embargo rondamos casi los 600. Está cifra está aun muy alejada de la población original, pero es una evolución positiva sin duda.

Evolución del número de ejemplares de lince ibérico en Andalucía en los últimos años.




La culpa de este aumento de población y distribución la tiene el Proyecto Life, hoy día bajo el nombre Life Iberlince , que congrega administraciones españolas y portuguesas, empresas privadas, asociaciones ecologistas y de cazadores, unido a la colaboración de propietarios privados de fincas en las que hay presencia de lince. Los resultados de este proyecto y su metodología dejan clara una cosa: si los seres humanos nos empeñamos en mejorar la naturaleza, lo conseguimos. Aunque en el caso que nos ocupa el reto es mayúsculo ya que al tratar con un animal tan especialista como el  lince, se necesita una buena comprensión de la ecología y los hábitos de la especie. Es decir, evitar que se los cace, mueran atropellados, se logre su cría en cautividad y posterior liberación y, genéticamente la población sea viable, evitar todo esto no es suficiente. Ya que resulta que uno de los puntos claves y más importantes para el futuro del lince es recuperar las poblaciones de conejo. El lince no puede sobrevivir si no hay conejo, ya que es su presa principal, casi exclusiva. Es tan sencillo como que: "sin conejos no hay linces".  La pregunta que nos hacemos entonces es: ¿cómo le va al conejo?. Y la respuesta es: no demasiado bien. El conejo está en retroceso. Las causas son complejas, pero claramente podemos citar:

1) la mixomatosis. Enfermedad vírica introducida deliberadamente por "un lumbreras" en los años 50.

2)  Enfermedad Hemorrágica Vírica.

3) Desaparición de ciertas prácticas humanas sostenibles con el medio ambiente, como por ejemplo la selvicultura asociada a la ganadería extensiva, como por ejemplo la dehesa.

4) el modelo agrícola intensivo moderno, muy dependiente de los combustibles fósiles y perjudicial para el medio ambiente, y también para el conejo.

Si a esto le unimos la presión de los cazadores y que muchas otras especies depredan sobre él, está claro que el conejo necesita nuestra ayuda para recuperar su tierra ibérica. Y esta ayuda puede llegar de una manera notable realizando una adecuada gestión del hábitat, es decir, favoreciendo el hábitat que tanto al conejo como al  lince les gusta. Un monte en el que predomine el matorral alto y diverso (lentisco, coscoja, retama, madroño...), y donde exista un buen mosaico compuesto por bosque mediterráneo poco alterado (encinar con quejigos, pinos y alcornoques), roquedos, dehesas, zonas más abiertas de pasto, pequeñas parcelas de cultivo, etc.








Ejemplos de hábitat que favorecen la presencia de conejo de monte y de lince ibérico.


Y es que con el lince ocurren cosas muy buenas en el monte mediterráneo: con el gran gato llegan otras especies que también depredan sobre el conejo, como por ejemplo el águila imperial ibérica. Donde hay lince hay más conejos y de mejor salud, ya que los linces cazan los conejos enfermos y realizan una labor de policía sobre otros depredadores menos selectivos: zorro y jabalí por ejemplo. El lince contribuye mucho al equilibrio y salud del monte mediterraneo, en su condición de superpredador. 

Esperemos que entre todos podamos en el futuro estar orgullosos de haber recuperado esta especie tan impresionante, hermosa y emblemática. Dejo aquí una reflexión: del mismo modo que el mundo es mejor con Las Meninas de Velázquez que sin ellas, o que Segovia no sería Segovia si le quitaran su acueducto, el monte mediterráneo ibérico no sería el mismo sin lince. Y aunque en nuestras vidas cotidianas no lo notáramos, sería perder algo de gran valor para siempre. El mundo es mejor con linces que sin ellos, al igual que con el Guernica que sin él. Y ójala, y no dudo que así será, que esos niños que ahora empiezan a gatear puedan ver en un futuro a un lince en libertad: puedo asegurar que es algo que jamás olvidarán y que les hará conectarse más con la naturaleza, algo muy necesario en los tiempos que corren.

Me despido dejando una muestra sonora del monte mediterráneo en su máximo esplendor primaveral: cantos enérgicos de ruiseñores se enriquecen con sonidos de oropéndolas, carboneros, pinzones, chochines, cucos y otras aves del matorral mediterráneo. Es posible, que cerca de allí esté un lince observándonos:



   








    





domingo, 31 de diciembre de 2017

Deseo de lluvia

Sierra de Guadarrama (Comunidad de Madrid), 28 de Diciembre de 2017


Las lluvias de este mes de Diciembre han vuelto a reavivar algunos arroyos que a finales de Octubre estaban secos. Tres días seguidos de lluvia en los valles serranos con orientación Norte y Noroeste en la última semana de este mes de Diciembre, unido a la carga que dejaron las nortadas y la borrasca Ana a principios de mes,  han empapado el suelo, que ahora chapotea al pisarlo. Una gran noticia.





Pese a la dimensión trágica que los medios de difusión masiva: principales televisiones, radios y periódicos, se empeñan en dar cuando hablan de la llegada de temporales de lluvia y nieve, lo cierto es que estos temporales han resucitado al campo (al menos donde han hecho acto de presencia) de un estado muy preocupante causado por la sequía severísima que venimos arrastrando. 

Esperemos que siga lloviendo y nevando, porque este bosque de robles que paseamos hoy desde luego que lo necesita, y mucho.



Robledal de roble melojo. Entorno de Miraflores de la Sierra.

La montaña de una Sierra de Guadarrama sedienta se ha cargado estos días un poquito de agua. Donde antes había un surco seco y polvoriento, ahora hay un arroyo que al menos ya fluye. 

A parte de este efecto tan beneficioso del agua, la situación meteorológica de estos días nos ha dejado estampas un tanto oníricas mientras caminamos por los valles serranos. Debido a la dominancia de vientos de Noroeste y a la orientación de la Cordillera Central, los frentes nubosos quedan estancados en las caras Norte y Noroeste de la Cordillera. Los valles sirven de incursión de parte de estas nubes y algunas incluso raspan las cumbres para acceder y dejar un poquito de lluvia en las caras orientadas al Sur. Tal situación es muy apreciable en Miraflores de la Sierra, el Valle de la Morcuera y el de Rascafría. Los dos últimos reciben lluvias persistentes y cielos cubiertos o parcialmente cubiertos, mientras que en Miraflores predomina el cielo poco nuboso donde durante bastante tiempo luce el sol (en el Sureste) a la vez que llueve (nubarrones al Noroeste y Norte). Esto hace que caminar por el entorno de Miraflores de la Sierra nos asegure un magnífico arco iris durante toda la jornada.


  Embalse de Miraflores



Esperemos que 2018 sea meteorológicamente mejor que 2017, para mí el peor año desde que tengo conciencia en este sentido hasta ahora.  La sequía aun castiga duramente casi toda España, y las lluvias que han aparecido últimamente  con más ganas en el Noroeste y parte del Sistema Central, han estado ausentes en el Sureste madrileño así como en el Levante y buena parte de Andalucía y Castilla La Mancha. La sequía en estos lugares se sigue agravando. El suelo está aun muy seco en casi todas partes: 

Fuente: Aemet. El mapa da una indicación de la humedad que hay en el suelo. En gran parte de España los colores indican valores por debajo del 50 %. Solo Galicia, el cantábrico y unos pocos puntos dispersos de la geografía española presentan valores húmedos.


A pesar de todo esto, sigo viendo como este asunto interesa poco en general. No se le dan grandes titulares, ni se pone sobre la mesa a nivel de grandes medios la necesidad de tomarse muy en serio el problema del cambio climático, el agua y de crear una conciencia y acciones contundentes sobre su gestión. Hay que crear una cultura de valor al agua, de ahorro, de cuidar y conocer este recurso valioso y escaso. De educar desde la escuela y desde los medios. Y hay que presionar a los políticos para pongan en marcha planes de gestión eficientes orientados a disminuir la demanda.  Y no a aumentar la oferta. Una forma en la que el ciudadano puede actuar es votando a quien tome en serio y hable de este problema.

Hay que hablar de cambio climático, y explicarle a la gente qué es y qué nos va a traer. Ya estamos en marcha, y según las publicaciones científicas se avecinan tiempos duros para la Península Ibérica, que van a plantear un gran reto de gestión del agua. Creo que 2017, aunque no me haya gustado, quizá sea el año que nos ha lanzado la advertencia más seria (por mencionar algo positivo), sobre todo cuando en Mayo ya teníamos casi 40 grados en muchas zonas de la mitad Sur, y en Octubre estábamos con aire sahariano y a 30 grados durante casi todo el mes. También nos dio un aviso serio de lo que puede ser una lluvia torrencial extrema: la DANA del 7 de Julio.  

Esperemos que 2018 nos traiga agua, nieve, y una buena dosis de conciencia y ganas de actuar respecto al cambio climático.





lunes, 30 de octubre de 2017

Un barreño con muchos litros.

La naturaleza hace mucho por tí, ¿qué haces tú por ella?.

La naturaleza nos provee de agua dulce. Los seres humanos hemos aprendido a almacenarla, depurarla y distribuirla. Sin embargo, seguimos dependiendo de que caiga del cielo como consecuencia de que las borrascas (cada vez más infrecuentes) visiten la Península Ibérica y rieguen nuestros campos y bosques.

El agua dulce es un recurso muy valioso. Y para Iberia, donde las sequías como la que actualmente nos castiga, son y serán (más aun en el futuro) más frecuentes y duraderas, debemos tomar conciencia de que el agua dulce: ha sido, es y será un tesoro escaso.

Aprender a gestionarla de una manera sostenible y educada (no malgastarla) es un gran reto y debería ser un acto cotidiano por parte de TOD@S.  Os propongo un simple gesto que podrá ahorrar muchos litros:

desde hace más o menos cinco años, y gracias al programa Biodiario, con Luis Miguel Domínguez, un modesto barreño se ha convertido en una de mis mejores armas para ahorrar agua. Desde luego, que es un truco muy viejo y no se ha descubierto la pólvora con él, pero insistir en este gesto creo que no está de más, y menos en los tiempos que corren:

 Todos los días, cuando me voy a duchar, antes de salir al trabajo, lleno un barreño de agua mientras espero a que el agua sale caliente. En total, cargo dicho barreño con unos cuatro litros de agua (el tiempo que tarda en mi casa en llegar el agua caliente), que luego utilizo en lugar de tirar de la cadena del wc o para lavar los vasos y cubiertos.





Cuatro litros podrá parecer bien poco, pero hagamos una sencilla cuenta para ver cómo pequeños gestos hechos por mucha gente pueden hacer grandes cosas. Si multiplicamos 4 litros por 365 días hacen un total de 1460 litros de agua que cada hogar puede ahorrar al año.  Ahora multipliquemos este número por 2.500.000 hogares en toda la Comunidad de Madrid (fuente: Anuario Estadístico de la Comunidad de Madrid). En total tenemos que, como poco,  si todos los hogares de la Comunidad de Madrid realizaran este pequeño gesto se ahorrarían: 

¡ 3650 millones de litros de agua !, 

algo más de medio embalse de La Jarosa. 



Embalse de La Jarosa, situado en el municipio de Guadarrama (Madrid). Foto tomada de internet.


Así que, sean o no tiempos de severa sequía, siempre habrá hueco para un barreño junto a la bañera.  

martes, 8 de noviembre de 2016

Canencia

6 de Noviembre de 2016

En algún lugar de Canencia...

La Sierra de Guadarrama esconde muchos tesoros. Y el Valle del Lozoya es un gran cofre con multitud de rincones encantadores. El Lozoya es la cuna que da el agua que bebe Madrid. Y aquí, en este valle, se va forjando poco a poco un importante caudal de agua, que terminará en el Jarama, y mucho más allá en el Tajo. Pero esa ya es otra aventura auténtica. Hoy nos acercamos al borde Oriental del Valle, en algún lugar entre los pueblos de Canencia de la Sierra y Miraflores.

La cara al Norte de las montañas del Lozoya albergan en algunas zonas auténticos bosques de ensueño. Es ahora, en Otoño, y especialmente tras una buena lluvia, cuando el encanto de bosques como el que hoy caminamos se muestra más efervescente. Caminar por senderos como éste es una conexión con lo ancestral, con la naturaleza más viva. Una naturaleza que a veces vemos, como los dos corzos que nos saludaron poco después de comenzar la ruta, y otras, la mayoría, que se esconde y que hace un trabajo silencioso, invisible, pero muy necesario: el gran mundo de los hongos, bacterias, líquenes, musgos...., los seres pequeños que fabrican el suelo del bosque.



 El pinar de pino silvestre, con su corteza asalmonada en la parte superior,  se entrelaza con los helechos: el mesozoico y la era actual juntas.

 La vida invisible ebulle bajo la hojarasca. El bosque subterraneo, tan importante como el que vemos.


Un gran bosque de pino silvestre, llamado por aquí de Valsaín, al que se le unen abedules, acebos, tejos y algún muy ocasional serbal de los cazadores. Bosque que nos deja admirar una vista panorámica del Valle del Lozoya cuando el anterior se abre.


Vista espectacular hacia oriente. En los pocos lugares en los que el pinar, se abre, un paisaje como éste sorprende e hipnotiza al caminante.


Y es que la cara al Norte del Valle del Lozoya aun se resiste a mediterraneizarse, y los tejos y  abedules, testigos del bosque que aquí debió haber en una época anterior más húmeda y fría, reclaman su montaña. Nostálgicos, recuerdan viejos tiempos cuando eran más abundantes y a sus compañeras hayas. Hoy a nosotros nos evocan muchas sensaciones buenas. Y de algún modo, invocan a ese indígena que la mayoría llevamos dentro. No puedo resistirme a tocar un poco el tin whistle junto a un salto de agua, abrigado por abedules. Y es que como dice Satish Kumar, "los árboles pueden apañárselas sin nosotros, pero no nosotros sin ellos".

La magia de un sendero flanqueado por abedules con su corteza blanca, y acebos. Una puerta hacia lo ancestral.

Bajo las copas de los abedules, la inspiración y la contemplación fluyen.

Los tejos custodian el río



Tenemos suerte de que hoy hay poca gente por aquí. Las temperaturas han bajado, ya era hora.

Salimos de la espesura del bosque y tras ver un acebo singular, decidimos parar a comer en un claro al Sol. Pensamos que ahí estaríamos más cálidos, pero fue un error. Las nubes, con un poco de esfuerzo, y estancadas en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama, estaban consiguiendo atravesar la cadena montañosa y un viento del Norte frio nos dejó pajaritos.  Decidimos no recrearnos mucho en el postre y volver a seguir caminando para volver a recuperar algo de calor.


 Nubes cargadas de agua, viniendo hacia nosotros desde el Norte. Al fondo, algunas cumbres altas han sido tapadas por las nubes. La meteorología aportando belleza y haciéndonos pensar en un sillón con chimenea.



La charca espejo


Tras un ascenso y bajo la atenta mirada de unos tejos, llegamos a una pradera vasta donde el ganado vacuno pasta en semilibertad. Una pradera que ofrece una panorámica muy bella de los Montes Carpetanos, los primeros casi siempre en probar la nieve en Guadarrama. Esas cimas blancas nos motivan sin duda. Porque nos gusta la nieve y el efecto beneficioso que le hace a la montaña y al bosque.

Paseamos despacio un buen rato por la pradera, sin un rumbo particular, tomando fotos, saltando, y observando con prismáticos unos colirrojos tizones muy simpáticos, que no paraban de posturear ante nosotros.

El Valle del Lozoya, siempre maravilloso y ofreciendo grandes jornadas de campo y naturaleza. ¡Hasta la próxima!.


Gracias a Marta, por su compañía y bellas fotos.

domingo, 22 de enero de 2012

Paseando por Las Tablas de Daimiel

14/01/2012


Hoy nos acercamos con los amigos de Educando a las Tablas de Daimiel.

Educando S. Coop.     , es una Sociedad Cooperativa que trabaja desde hace 12 años en el ámbito de la Educación Ambiental, la Integración Social, la divulgación de la naturaleza, etc. Una de las actividades que realiza  son las salidas naturalistas tratando diferentes temáticas : biodiversidad, etnografía, paisaje....

La de hoy nos conduce directamente al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real (Castilla-La-Mancha).




Educando organiza excursiones de carácter naturalista en las que se interpreta el entorno y se observa la flora y la fauna.

Las Tablas de Daimiel es una formación de humedales un tanto particular. El propio nombre de "tabla", hace referencia a charco o balsas de agua poco profundas. Nos encontramos ante un conjunto de balsas de agua provocadas por el desbordamiento de los ríos Guadiana y Cigüela (o Gigüela, como lo llaman en la zona y yo lo llamaré aquí, ya que me gusta usar siempre que puedo los nombres locales) en una orografía plana. Imagina que vertieras un vaso de agua sobre una mesa : el agua se desparrama hacia todas partes. Estos dos ríos confluyen en esta zona, el Gigüela es afluente del Guadiana, y esta confluencia unida a las crecidas estacionales, desbordan los ríos y el entorno se llena de balsas de agua.

Sin embargo, esto por sí solo no basta para mantener el humedal durante todo el año. El acuífero nº 23, que es una gigantesca esponja de 5000 km2 (250 veces más extenso que lo declarado hoy Parque Nacional) saturada de agua, es la que nutre desde dentro y mantiene vivo el humedal. Pensemos que los desbordamientos de los ríos Guadiana y Gigüela son estacionales y si no fuera por el acuífero desde dentro, en verano las Tablas se secarían. Esta es una de las claves de la formación de este paisaje.




Imágenes de tablas y lagunas en el P.N. de Las Tablas de Daimiel

Otro aspecto fundamental es la mezcla de sales que existe en las aguas. Este cóctel se debe al hecho de que el Gigüela atraviesa durante su curso terrenos con yesos y margas. Como ya hemos comentado más veces en este blog, los yesos y las margas son solubles en agua y ésta se carga de iones salinos. Las aguas del Guadiana, que proceden del propio acuífero, son dulces: sin sales. Este hecho es fundamental para la base de la biodiversidad del Parque Nacional, especialmente para la vegetación acuática , las algas bentónicas y el zooplancton.

Estamos por tanto ante un humedal único y singular. Declarado Parque Nacional  en 1973 y con 1928 Ha de extensión, la historia de este lugar es un cuento agridulce con final incierto.

Desde la Edad de Bronce, hace unos 3500 años, hay evidencias de asentamientos humanos en la zona. Las diferentes culturas que han ido pasando por la Península Ibérica han ido dejando muestras de su legado. Es en la Edad Media, tras la Reconquista, donde se constata al enclave como un cazadero para nobles.  La tradición de este lugar como cazadero de magnates, nobles y reyes se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.

En 1959 se prohíbe la caza de anátidas en Las Tablas. Sin embargo, en 1965 tiene lugar una cacería en honor a Franco. En 1966 Las Tablas son declaradas Reserva Nacional de Caza. La última cacería tuvo lugar en 1970. En 1973 se declaran Parque Nacional.

Esta historia contada de manera rápida puede dar a entender un final feliz en 1973, con la declaración de Parque Nacional. Sin embargo existe una historia agria paralela :

Desde hace más o menos 50 ó 60 años hacia atrás, las Tablas de Daimiel, tal y como las hemos visto en el 2010 y 2011, han sido siempre un paraíso. Un paraje multicolor refulgente de vida : acuática, terrestre y sobre todo aérea. El sistema hídrico de Daimiel funcionando a la perfección.

A mediados de los años 60, el Regimen franquista lleva a cabo el Plan de Saneamiento y colonización de las zonas pantanosas del río Guadiana , un nombre espeluznante. Este plan refleja la visión que se tenía ante este tipo de lugares : había que "sanearlos". En el fondo el proyecto lo que trataba de hacer era ganar terreno para la agricultura. Para ello una de las cosas que primero se hizo fue "cerrar los ojos" del Guadiana a base de echar tierra encima. Se hicieron en torno a 200 km de canales que sacaban el agua de Daimiel. El agua que sacaban de Daimiel se destinaba a los terrenos de cultivo adyecentes. Esto sin duda fue un duro golpe para este humedal.

Una década después, a mediados de los 70, las Tablas de Daimiel reciben un golpe de K.O., que le va llevando poco a poco hasta nuestros días a dejarlo completamente seco. El paraíso converido en un espacio moribundo y sin agua. Este es uno de los episodios catastróficos que se deberían conocer y retener en la memoria para que jamás volvieran a ocurrir :

a mediados de los 70 hay una reconversión en la agricultura de la zona. Tradicionalmente era una agricultura de secano pero empieza a subvencionarse a los agricultores para que conviertan la agricultura de secano en regadío con el fin de producir maíz, alfalfa y remolacha. Tres cultivos impropios de la zona.

Para satisfacer la enorme demanda de riego de estos cultivos, los agricultores comienzan a hacer pozos y a regar los campos con agua subterránea dulce, directamente recogida del acuífero nº 23. Algunos de estos pozos eran legales pero la mayoría han sido  ilegales. El resultado neto es que el nivel de agua del acuífero comienza a bajar y actua como una esponja. Es decir, al vaciarse de agua la esponja, comienza a chupar el agua de la superficie. Esto conduce a que conforme se vacía y se seca el acuífero, éste succiona el agua de superficie, el agua de las tablas, dejándolas completamente secas. Todo el agua procedente del Gigüela y el Guadiana se colaba a través del suelo debido a que el acuífero se estaba vacíando : se acabaron Las Tablas.


Campo de regadío al fondo. La extracción irresponsable (legal e ilegal) de agua subterránea mediante pozos con el fin de satisfacer la demanda hídrica de los regadíos, ha secado las Tablas de Daimiel.  

Este proceso continuó. En 1989 se secan los Ojos del Guadiana. El Guadiana hoy día es un río sin nacimiento, solamente se nutre de sus afluentes : el Cigüela , el Záncara, etc. Aunque el Cigüela también comienza a desaparecer por lo que hemos comentado antes.

La alteración del sistema hídrico provoca la escasez de agua y la modificación del equilibrio de sales, tan importante para el ecosistema acuático. Las aguas, las pocas que van quedando, se van haciendo más salobres alterándose el equilibrio inicial y además comienzan a tener contaminación debido a los desarrollos industriales de los municipios colindantes, como Villarrubia de los Ojos.

La desecación del acuífero provoca incendios de turba. Incendios subterráneos de la materia orgánica poco descompuesta que al secarse y debido a la presión, al calor y a la entrada de oxígeno desde la superficie adquiere altas temperaturas y se produce una combustión. Una combustión sin llama, algo así como un brasero.  Incendios que se propagan lentamente bajo tierra. El problema es que la turba que se quema jamás podrá volver a retener agua. En el verano de 2009 la situación de los incendios de turba era particularmente grave. Había incendios subterráneos por todas partes. Desde la Unión Europea ya se empezaron a escuchar voces que decían que había que quitarle la categoría de Parque Nacional. Era necesario tomar medidas urgentes.

Una de esas medidas fue utilizar la Tubería Manchega : una obra hidráulica que recoge agua del Tajo y la reparte por Castilla La Mancha. Cerca del Gigüela pasaba un ramal de dicha tubería pero no llegaba hasta el río. Se invirtió una millonada en ampliar esta tubería para que llegara al río Cigüela y dicho agua al filtrarse fuera apagando los incendios. La ironía de esto es que cuando se teminó la obra y el agua llegó ya llevaba una semana lloviendo y los incendios se habían apagado.

Otro trasvase empleado como medida de emergencia, fue desde el trasvase Tajo-Segura, que pasa en un punto por encima del río Gigüela. De dicho trasvase se ha abierto un ramal para llevarlo al río. Pero en realidad llegaba poquísimo agua al río porque el agua que se iba aportando se iba colando, ya que esta aportación era de un caudal muy pobre.

Otras medidas de maquillaje han sido la de abrir nuevos pozos subterráneos y mandar el agua arriba para que el visitante vea que en algunas zonas quedan láminas de agua. No deja de ser un espejismo, una apariencia engañosa.

Todas estas medidas no dejan de ser parches. Si no se elimina el problema de fondo, que es el modelo agrícola, Las Tablas volverán a estar sin agua en breve. Si en 2010 y 2011 las hemos visto rebosantes de agua es porque han sido dos años, sobre todo con mucho el invierno de 2010, en el que las lluvias han sido extremadamente altas en la mitad Sur peninsular.

Las medidas para atajar el problema de fondo han sido variadas :

- Plan de compensación de Rentas, en las que se subvenciona a los agricultores, esta vez para que se vuelva a la agricultura de secano (recordemos que en los años 70 se subvencionó para que se convirtieran al regadío, en fin....). Este plan tuvo unos fondos que se gastaron sin conseguir resultados.

- Compra de fincas : lo que se está haciendo ahora mismo. La Administración está comprando fincas para regular la aportación de esos pozos o eliminarlos. Se está invirtiendo una millonada, me imagino que de dinero público, en pagar a propietarios de tierras que han utilizado pozos y han usado el agua sin ningún tipo de responsabilidad, consentidos desde luego por la Administración. Uno no puede evitar indignarse ante este tipo de cosas.

Con todo esto, sobre todo gracias a las lluvias de 2010, el agua del acuífero está a 10 metros de aflorar en los Ojos del Guadiana. Sin ser un buen dato consuela, ya que en los años peores el nivel del agua ha llegado a estar 40 metros por debajo del nivel de superficie. Una verdadera barbaridad. Si tenemos en cuenta la dimensión del acuífero de 5000 km2, haceos una idea de la cantidad de agua que se ha extraido.Que cada uno saque su propia conclusión.

Después de repasar esta tragicomedia, volvamos de nuevo al día que nos ocupa. Nos dirigimos a la Laguna de Aclimatación del Parque. Es una laguna donde se encuentran las aves que tienen algún tipo de problema y no están preparadas aun plenamente para sobrevivir en la naturaleza silvestre. La laguna tiene un techo de red de modo que entra la luz del Sol pero las aves no pueden salir a otras partes del Parque. Ningún ave sana puede tampoco entrar ahí, aunque algunas parezca que sientan nostalgia o les guste hacer compañía a los malaventurados, como se ve en esta foto :



La laguna se ha enriquecido con vegetación natural de modo que el ave acuática lleva una vida casi idéntica a la que lleva en el campo.  Muchas de las aves que están en esta laguna podrán volver a la naturaleza. Otras ya no.

Esta laguna es interesante por varias razones : en primer lugar por la labor y el objetivo que tiene. En segundo lugar porque para los que no disponemos de un potente equipo fotográfico y nos tenemos que conformar con un Gran Angular 18-55, es una buena oportunidad para fotografíar de cerca muchas especies. Además, al verlas pasar tan cerca uno aprende bien a identificarlas. He de reconocer que estar ahí sentado en el observatorio es la mar de entretenido. Podría pasarme horas viendo el ir y venir de todo tipo de anátidas y no aburrirme, gastando la tarjeta de memoria de la cámara. He seleccionado algunas de las fotos que hice allí :



 De izquierda a derecha : Porrón Moñudo macho, Porrón Moñudo hembra, Porrón Europeo macho, Malvasía Cabeciblanca macho (esta última se encuentra en Peligro de Extinción).



Simpático Porrón Moñudo (Aythya fuligula)



El cortejo de los Patos Cuchara  es interesante de observar. El macho y la hembra trazan círculos uno en torno al otro deslizando su pico dentro del agua. Posiblemente se alimenten mientras hacen este baile. Macho a la izquierda. Hembra a la derecha.



Ánsar Común (Anser anser). Este ave es el ancestro del Ganso doméstico. A diferencia de otras aves, sobre todo las zancudas, tiene las patas muy centradas en el cuerpo, por lo que caminan muy bien.



Tarro Blanco (Tadorna tadorna)


Porrón Pardo (Aythya nyroca), es una de las joyas de las Tablas de Daimiel. Este pato se encuentra en un estado de conservación muy crítico. Se encuentra en Peligro de Extinción en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. La agresión a los humedales pone en peligro su supervivencia.



Porrón Pardo de nuevo, en otra pose.


La producción de biomasa vegetal en los humedales es alta. Toda esta materia al ir renovándose va acumulándose en el suelo y debido al agua en un ambiente algo anóxico, la descomposición no tiene lugar completamente. La materia orgánica se va acumulando en el suelo húmedo  y encharcado formando poco a poco la turba, de aspecto negruzco. La turba posee algunas propiedades muy interesantes, como es su esponjosidad o porosidad y su capacidad de retención de agua. Es por ello un sustrato muy utlizado en el sector de los viveros y de la jardinería, con la explotación insostenible de las turberas naturales que ello conlleva. Las turberas cumplen una función muy importante en los ecosistemas allá donde están y no se deberían explotar, ya que además su tasa de renovación es mucho más lenta que el ritmo al que se extrae.

Carrizos, Eneas y Masiegas, entre otras juncáceas y ciperáceas, producen una gran biomasa vegetal que al ir muriendo se deposita y poco a poco va formando la turba.

La planta por excelencia y que da personalidad a las Tablas de Daimiel es la Masiega (Cladium mariscus). La presencia de la Masiega es un buen indicador de la salud de las Tablas de Daimiel. Esta especie necesita un suelo encharcado para poder vivir. A diferencia de su rival el Carrizo (Phragmites comunis), el cual puede sobrevivir en terrenos sin encharcamiento permanente. Aunque son plantas que de aspecto se parecen, ambas pertenecen a distintas familias botánicas. El Carrizo es una gramínea mientras que la Masiega es una ciperácea. Ambas especies comparten el nicho ecológico, como por ejemplo, el de dar cobijo y lugar de nidificación a multitud de aves que pueblan el Parque. Conforme Las Tablas se han ido secando, los carrizales han ido ganando terreno a los masegales. 



Masiega, en el centro. Las Tablas de Daimiel ha sido el mejor masegal de Europa. 


La Masiega, planta estrella de Las Tablas en su época esplendorosa, acumula sílice en sus hojas, especialmente en el borde. Esta sílice esculpe unos ganchitos que hace que la hoja de la Masiega corte como una cuchilla. Es una buena táctica defensiva que hace imposible pasar a través de ellas.

La Masiega se ha utilizado como combustible en los hornos de cal. El masegal y su configuración está adaptada y vinculada al ser humano, a los pescadores de las Tablas de Daimiel. Las Tablas han poseido siempre una rica ictiofauna y ello motivó una economía de pesca sostenible y respetuosa con el entorno, la de los pescadores que navegaban por las lagunas a bordo de sus curianas, unas barcas características de la zona. Un oficio y una economía que desaparecíó. Unos puestos de trabajo destruidos pero que afortunadamente viven en el recuerdo como un modelo a seguir. Los pescadores de Las Tablas abrían canales entre los masegales, dada la dificultad de pasar a través de ellos, comunicando la navegación entre unas tablas y otras y permitiendo indirectamente un mejor flujo de aves nadadoras.


Curiana : antigua barca de pescador que subsiste a modo de recuerdo.

La presencia de sales en las aguas y en los suelos favorece la vegetación de tipo halófilo y halonitrófilo. Quizá la presencia de nitrógeno se haya visto incrementada en las últimas décadas por los desarrollos industriales de los pueblos colindantes. Citemos tres tipos de especies representativas : los Tarayes, las plantas barrilleras y los Limonium

Los primeros son árboles, que forman generosos tarayales en las inmediaciones de las láminas de agua. Los Tarayes (Tamarix sp.) resisten ciclos de inundación-desecación y están adaptados a la salinidad del suelo, aunque a algunas especies les gusta más cantidad de sal que a otras. La identificación de Tarays es complicada y hay que fijarse en detalles muy sutiles de las flores. Un buen artículo sobre cómo identificar los Tarayes del Centro Peninsular es éste : Identificación de Tarys  . Ver también en este blog la entrada : sisallos y tarayes.

Las plantas barrilleras se denominan así porque de ellas se extrae la "barrilla" : cenizas ricas en Sodio y Potasio que se obtiene al quemar estas plantas. Con esta sustancia se obtenía antiguamente la sosa y la potasa, y se empleaba para fabricar jabón. Dos especies representativas en Las Tablas son el Calamino (Salsola vermiculata) y el Almajo (Suaeda vera).



Almajo (Suaeda vera)



En Las Tablas existen extensos calaminares.


Existen cuatro especies de Limonium (conocidas en la zona como Cepillas de Agua) : Limonium dichotomum, L.carpetanicum, L. costae y L.longebracteatum.  Las tres ultimas se encuentran protegidas en Castilla La Mancha.

Un aspecto interesante de estas plantas amantes de la sal es que pertenecen a lo que se llama la flora de tipo Irano-Turaní. Son plantas originarias del Oeste asiático y de las estepas asiáticas que llegaron hasta la Península Ibérica en un periodo en el que el Mar Mediterráneo se secó debido a que la Península Ibérica quedó unida al Norte de África. Durante este periodo de tiempo, que aconteció hace unos 6,5 millones de años y duró en torno a 1.500.000 años (¡¡el Mediterráneo estuvo seco durante 1 millón y medio de años!!), muchas especies comenzaron a expendirse hacia el Oeste desde Asia, a través de la  cuenca Mediterránea. Allá donde encontraban condiciones favorables se asentaron. Posteriormente, cuando el Mar Mediterráneo volvío a llenarse de agua debido a la formación del Estrecho de Gibraltar y la entrada de agua a la cuenca mediterránea desde el Atlántico, estas plantas quedaron ya "atrapadas" en las citadas zonas favorables.  En la Comunidad de Madrid, el municipio de Aranjuez es especialmente rico en este tipo de especies. Pensad que la expansión de este tipo de flora es imposible a través del continente  europeo como hoy lo conocemos debido a que las plantas no podrían encontrar por ese cámino hábitats favorables con solución de continuidad : tendrían que atravesar Alpes, Pirineos, etc. Misión imposible para una Suaeda vera

Una de las  cosas que más me gusta de este lugar son sus atardeceres. El contraste de luminosidades debido a las láminas de agua, a los plumeros de los carrizos y los diferentes tonos que aporta el paisaje son una delicia para fotografiarlo o para simplemente contemplarlos. He podido conocer este espacio en reflejo de como fue en sus mejores tiempos. A pesar del daño ya hecho,  con la voluntad política necesaria se podrían volver a vivir Las Tablas esplendorosas de antaño.  Espero que así sea en el futuro.

Me despido con dos fotos del atardecer, para el deleite de quien pueda acercarse allí a verlo.






Muchas gracias a Jorge, a Quique y a Ainhoa, por su gran trabajo. Y muchas gracias a Educando por la magnífica jornada que pasamos con ellos.